EL CORRER DE LOS DÍAS
Hasta donde somos causa y efecto
Hay un momento en el que las ideas se agolpan en nuestro cerebro, una caja eléctrica que parece funcionar por cuenta propia y que al parecer es una respuesta lógica a un principio de la materia, de aquello que es una respuesta que va más allá del cerebro y sus enredaderas: causa y efecto para muchos.
Pero esta idea de lo creado señala que toda la existencia universal de la materia y de los que creemos en el espíritu esta englobada en el mismo resultado.
Los átomos y moléculas, material en el que parece apoyarse todo lo sensible y aun lo no sensible tiene su causa prístina, el movimiento vibrátil que vive en toda expresión, desde el microbio, el virus y cuanto suponemos una “existencia” no es un invento de la mente sino una respuesta de una causa que desemboca en los variados efectos en los que se manifiesta en el material pensante que en nuestro ritmo de vida se localiza como el punto final y a la vez evolutivo del movimiento de todo.
Nataraja baila lo que viene y lo que va, narra en lo material, usando de una alegría a veces insólita cuando describe con la muerte la supuesta destrucción de la sensible y reconstruya otras vidas con la vibración que la divinidad, impregnada de la vida y el prana, principio de permanencia eterna, crea lo inesperado.
El pensamiento es una variante de esa fuerza, y nosotros sus conductores. Pero no tenemos más que suposiciones de cómo funciona a nivel universal.
Las dudas que vivimos y compartimos caben en el mismo recipiente en el que se mezclan y confunden, muchas veces, los efectos con las causas, y son éstas, verdaderamente la concreción de cuanto existe: para el pensador, el destructor, el crédulo o el incrédulo que no está aun capacitado para entender las razones, causa primordial si se consideraran como tales, de la existencia todavía no explicable para la ciencia, de un universo en extensión “morigerado” por fuerzas en cuyo interior todavía la voz iniciática del fíat lux permanece dando paso a una fonética expresada en la combinación de la existencia material y la espiritual en la que se expresa todo lo que existe, ya sea en su más burdo nivel, como en su expresión mas etérea, la que da paso a la concepción de una eternidad que el pensamiento no entiende y que por tanto no presta ni prestará razón o explicación alguna.