ORLANDO DICE ...
Variantes de la persecución
Danilo Medina al inicio de su gobierno dijo que no iba a tirar piedras hacia atrás, y si lo aclaró fue porque era procedente uno que otro peñón contra personeros del antiguo régimen.
Si esa proclama fue promesa, la cumplió, pues la corrupción fue recurrente en las encuestas, en la percepción de la gente, pero no se le enfrentó de manera sistemática.
La impunidad, como la banca, perdía y se reía.
Joaquín Balaguer dos o tres décadas antes había hablado en iguales términos. La gestión de retorno en 1986 no se dedicaría a perseguir a adversarios que hubieran faltado a la probidad.
Aunque en el caso hubo un pero, el mismito de todas situaciones parecidas. No haría nada contra los malversadores a menos que se levantara un clamor y demandara justicia.
El clamor estaba esperando que lo mencionaran, y desde que le pusieron la oportunidad en las manos, montó un teatro en que se escenificó la condena de su antecesor.
Ahora no se sabe en qué parará la cosa, caballero, pero se intuye, se presume, se supone, o por lo menos se observan los aprestos. Solo que con variantes.
Las autoridades juntan piedras como los promotores de las movilizaciones populares en época pasada, y se espera que contrario a Medina, sí las tire hacia atrás.
Si antes, en ejercicio, cada funcionario era sospechoso, ahora cada ex es reo de delitos y seguro huésped de las cárceles, de las penitenciarías.
Eso es lo que se entiende, y como se atienden los reclamos de las plazas, la bandera de la anticorrupción estará en el tope. No será la voz del pueblo, tampoco la de Dios, pero sí la del Presidente.
La diferencia es que la rumba de piedras es tan grande que da para lanzar para atrás, y a extraños, pero también hacia adentro, y a propios.
La indelicadeza de las orquídeas, de las flores, pasó como gazapo, pero no será igual con situaciones de mayor gravedad. La idea es romper el tiesto antes que la yerba mala salga y dañe.