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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Jacobo II: el último rey inglés católico

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

A pesar de que el parlamento ha­bía tratado en 1680 y 1681 de excluir a to­do católico del trono inglés, aceptó a Jacobo II como rey en1685. Su hermano Car­los II se había convertido al catolicismo en su lecho de muerte. Siendo Duque de York, el futuro Jacobo II se había distinguido al servicio de Inglaterra como Almiran­te de la marina en dos gue­rras contra Holanda. Cuan­do los ingleses capturaron en 1664 un establecimien­to de poca importancia en la desembocadura del Hudson, llamado Nueva Amsterdam, la llamaron Nueva York en honor del Duque. Jacobo II como católico, renunció al cargo de Almirante cuando se negó a prestar el juramen­to obligándole comulgar en la Iglesia anglicana. Carlos II le aceptó que se casara con la católica María de Módena, pero le obligó a educar como protestantes a sus hijas Ana y María.

En 1677, el futuro Jaco­bo II calmó las suspicacias pro­testantes autorizando el ma­trimonio de su hija María con el nuevo líder del protestan­tismo: Guillermo III de Oran­ge. El popular Carlos II y logró traer a su hermano Jacobo de Escocia en 1682. Cuando un grupo de fanáticos protestan­tes conspiró para asesinar a Carlos II junto a su hermano Jacobo y colocar en el trono a un hijo natural de Carlos II, la popularidad de ambos her­manos entre los ingleses cre­ció tanto, que Carlos II se atre­vió a devolverle su título de almirante en 1684.

Al fallecer Carlos II, Ja­cobo fue primero coronado en privado por el rito cató­lico, y al día siguiente, 23 de abril de 1685 por el an­glicano. Pronto Jacobo II se fue ganando la animadver­sión de los ingleses. Castigó cruelmente a un grupo de conspiradores, sentencián­dolos a la horca. Impruden­temente prodigó cargos en­tre católicos en el ejército, la marina y la burocracia. Tenía un confesor jesuita. Aceptó al nuncio en la cor­te. Redujo el poder de los nobles. Nombró a cuatro obispos católicos en cargos oficiales. Su favoritismo ca­tólico le perdió el apoyo de los tories, y sus medidas ab­solutistas, el de los whigs. Dos sucesos terminarían con el reinado del último rey inglés católico: una ley y un hijo. La ley exoneraba a los católicos del juramen­to anglicano. El hijo hubie­ra sido otro rey católico. Dos gotas desbordaron el vaso.

El autor es profesor aso­ciado de la PUCMM, mma­za@pucmm.edu.do

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