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ORLANDO DICE

Intriga la expectativa

El cambio no puede juzgarse, pues importa más lo que intriga que lo que fue expectativa en campaña. La gente se deja convencer, y vota; después espera, y reacciona.

La reacción puede ser buena o mala, pero no dependerá de la población, sino del gobierno. El pueblo siempre espera lo mucho y el gobernan­te que se conforme con lo poco.

El populismo es el mejor de los ánimos, solo que se agota pronto. Un cuento hoy y otro ma­ñana, pero al tercer día el bostezo determina.

Dos cuestiones salen a camino y habrá que ver hasta dónde llegan. La Junta Central Electo­ral con independientes y el fin de la impunidad.

Sacudiendo la paja se encuentra el grano. Más que la conformación del organismo, inte­resa el manejo político. Si el gobierno prefiere ponerse de acuerdo con Leonel Fernández y no con Danilo Medina, o viceversa.

Los dos están con maleta en la estación, y Luis Abinader como dueño del tren decide a cual monta. Los dos serían peores diría un mexi­cano.

Solo que Abinader le debería a Fernández el 10 % que se fue a apoyar su causa después que este desertara de las filas del PLD y se apoderara del Partido de los Trabajadores y sacara con ce­sárea La Fuerza del Pueblo.

Un triunfo provocado obliga a compartir po­der, y no sería sentarse a la mesa, pero sí aprove­char las migajas que caen, como en el banquete bíblico. Fernández tiene ese prodigio, y la cir­cunstancia le favorece. Si no puede entrar por el frente, busca la manera de colarse por el patio.

No ganó en las elecciones los senadores que ahora representan a su partido en la cámara al­ta, y no es espejismo, sino realidad que el dere­cho recrimina, pero la política reconoce.

Una ventaja robada no debiera ser parte en un intercambio que se supone honra la institu­cionalidad, pero como Fernández goza de im­punidad desde que se asumió opositor, lo que sería corrupción política, transfuguismo sin principio, se le tolera.

El cambio deberá mostrar las uñas, y se verá si bonitas de salón o pezuñas de Lucifer.

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