COLABORACIÓN
¡Señor Presidente…en el Palacio, solo nuestra bandera!
Nuevos aires de esperanza soplan en el país. Una voluntad de servir se siente en la atmosfera, enrarecida aun por la pasada desidia, la corrupción administrativa y la falta de identificación con los valores patrios. Nuestra bandera intenta recobrar su identidad mancillada por la traición y la desfachatada irresponsabilidad.
Durante varios años por este mismo medio, advertíamos al pasado Presidente de la Nación que atendiera los valores patrios por encima de absolutamente todas las prioridades existentes, pero como dijo un gran Califa del siglo VII refiriéndose a un gobernante de su época fue “…sordo cuando se le refería al oír el buen consejo; mudo cuando se refería a la declaración de la Verdad, y ciego cuando se le pedía ver los hechos y las realidades”.
Lamentablemente y con asombro, vemos como en su propio “Hogar Laboral”, nuestro Palacio Nacional, se comete la desafiante y perversa afrenta de exhibir en un escritorio una bandera LGBT, emblema de una preferencia sexual, que desnaturaliza los principios y los valores morales que fundamentaron nuestra Nación.
¡Entendemos, Presidente Abinader, que si bien Ud. es el presidente de todos los dominicanos, independiente de sus creencias políticas, religiosas y predilecciones sexuales; en la Casa de Gobierno que su Excelencia honrosamente mora; Ud. es el responsable de velar por la integridad y el mantenimiento de la rectitud, solemnidad, protocolo y dignidad de su espacio laboral!... ¡Nuestro Palacio Nacional, solemne testigo mudo de tanta sangre, tantas intrigas y a la vez tantos nobles sacrificios!!
La colocación de banderas sobre preferencias sexuales donde mora nuestra Bandera Nacional es un atrevimiento, una impudicia y un descaro a su propia alta magistratura y al soleo presidencial. Su familia es un ejemplo de una familia decente, cristiana y un paradigma de la moral y las buenas costumbres. No permita que la insolencia mancille en tan temprana etapa, la grandiosa empresa y gestión gubernamental que Ud. evidentemente llevará a cabo y que transformará el país devolviendo la confianza, la esperanza y el progreso a la familia dominicana. Confiamos en su sano juicio de tomar las medidas pertinentes para abortar esta nueva afrenta a la moral, la dominicanidad y los principios cristianos. Una nueva osadía que podría ser apenas la punta de un iceberg que emerge lentamente como una pieza de un rompecabezas siniestro que podría cernirse sobre nuestra nación!