OTEANDO
Patrimonio y declaraciones
Decía Napoleón Bonaparte “... en esta Babilonia una fama sustituye la otra”. Las declaraciones de patrimonio hechas tanto por funcionarios salientes como por funcionarios entrantes han dado mucho de qué hablar. Lo anterior demuestra lo engañosa que es la percepción y, por qué no, las habilidades para el engaño y creación de apariencias que desarrollan muchos seres humanos, especialmente los políticos. La población no sale del asombro porque se siente estafada por muchos de dichos funcionarios. En algunos casos el asombro lo produce la excesiva cantidad y en otra la ínfima cantidad declaradas por unos y otros.
Sin embargo, no todo está perdido, siempre subsiste una esperanza de luz al final del túnel y siempre hay una oportunidad de hacerlo mejor, pero de hacerlo mejor y bien, ya que lo mal hecho también admite mejores formas de hacerlo. Lo que quiero decir con esto es que la historia no se equivoca en su movimiento y que, pese a todo, quizás es bueno que haya ocurrido para que la discusión pública se ocupe del tema, lo problematice y, de seguro, algo bueno traerá, como por ejemplo, que los operadores del sistema (políticos, jurídicos, legislativos, etc.), se ocupen del mismo como consecuencia del control social manifiesto en la reacción de los ciudadanos.
Es tiempo de ejercitar una filosofía pública que castigue severamente la mentira. El país se muestra ávido de una nueva clase política o, al menos, de una renovada clase política, que tenga como norte la verdad y su empeño de no defraudar la razón pública -para tomar prestado un término Kantiano y Rawlsiano- en sus expectativas. Que la mentira, como causa eficiente de la defraudación ciudadana, tenga, efectivamente, las consecuencias deducidas del juicio político. Por demás, no hay que perder la fe, ahí está la ley 155-17, ¡comencemos a aplicarla! Recordemos que invierte el fardo de la prueba. Honorables representantes del Ministerío Público ¡a pedir cuentas! Señores políticos de “buenas intenciones”, con vocación de iniciativa legislativa, sobre todo los que acaban de entrar, que tienen un compromiso con el cambio como oferta política electoral, fuercen la aprobación del Proyecto de Ley Sobre Juicios de Extinción de Dominio, no dejemos desacreditar más el sistema, aunque hay que admitir que “no son todos los que están ni están todos los que son”, pero obremos para no terminar considerados ni en uno ni en otro grupo.