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Patrimonio y declaraciones

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Emerson Sorianoemersonsoriano@hotmail.com

Decía Napo­león Bona­parte “... en esta Babilo­nia una fa­ma sustituye la otra”. Las declaraciones de patrimo­nio hechas tanto por fun­cionarios salientes como por funcionarios entrantes han dado mucho de qué ha­blar. Lo anterior demuestra lo engañosa que es la per­cepción y, por qué no, las habilidades para el engaño y creación de apariencias que desarrollan muchos se­res humanos, especialmen­te los políticos. La pobla­ción no sale del asombro porque se siente estafada por muchos de dichos fun­cionarios. En algunos casos el asombro lo produce la excesiva cantidad y en otra la ínfima cantidad declara­das por unos y otros.

Sin embargo, no todo es­tá perdido, siempre subsiste una esperanza de luz al final del túnel y siempre hay una oportunidad de hacerlo mejor, pero de hacerlo mejor y bien, ya que lo mal hecho también admite mejores formas de ha­cerlo. Lo que quiero decir con esto es que la historia no se equivoca en su movimiento y que, pese a todo, quizás es bueno que haya ocurrido pa­ra que la discusión pública se ocupe del tema, lo problema­tice y, de seguro, algo bueno traerá, como por ejemplo, que los operadores del sistema (po­líticos, jurídicos, legislativos, etc.), se ocupen del mismo co­mo consecuencia del control social manifiesto en la reacción de los ciudadanos.

Es tiempo de ejercitar una fi­losofía pública que castigue se­veramente la mentira. El país se muestra ávido de una nue­va clase política o, al menos, de una renovada clase política, que tenga como norte la verdad y su empeño de no defraudar la ra­zón pública -para tomar pres­tado un término Kantiano y Rawlsiano- en sus expectati­vas. Que la mentira, como cau­sa eficiente de la defraudación ciudadana, tenga, efectivamen­te, las consecuencias deducidas del juicio político. Por demás, no hay que perder la fe, ahí está la ley 155-17, ¡comencemos a apli­carla! Recordemos que invierte el fardo de la prueba. Honora­bles representantes del Minis­terío Público ¡a pedir cuentas! Señores políticos de “buenas intenciones”, con vocación de iniciativa legislativa, sobre to­do los que acaban de entrar, que tienen un compromiso con el cambio como oferta polí­tica electoral, fuercen la aproba­ción del Proyecto de Ley Sobre Juicios de Extinción de Dominio, no dejemos desacreditar más el sistema, aunque hay que admi­tir que “no son todos los que es­tán ni están todos los que son”, pero obremos para no terminar considerados ni en uno ni en otro grupo.

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