EL CORRER DE LOS DÍAS
Nueva revisión arqueológica (El formativo cultural)
El término “formativo” tiene una significación especial: trata del agrupamiento de signos inteligibles en una excavación que pueden interpretarse como el inicio de una cultura.
Las expresiones que en conjunto presentan una unidad capaz de sugerir un modelo cultural, y se repiten en diversos sitios excavados, pueden sugerir lo que los antropólogos consideramos “un formativo”.
Diversos investigadores se refieren con tal designación a los elementos que definen el tránsito de una sociedad de un esquema social nuevo, como sería el paso de sociedades recolectoras al modo de la vida agrícola, un proceso evolutivo que, dada su riqueza productiva culmina en la elaboración y manufactura controlada y en la acumulación de productos que determinan los ricos y crecientes modos de vida identificables como un tránsito de costumbres y una renovación de la visión del medio..
Tal concepción puede aplicarse , aplicarse cuando tomamos en cuenta un periodo histórico en el cual, fundiéndose valores de raíces varias, culminan en una expresión diferente dando forma a un modelo cultural, estableciendo un patrón de asentamiento que se asienta en un patrón de asentamiento novedoso donde es fundamental la nueva forma productiva, la variable política o religiosa.
De este modo el formativo puede verse como la raíz formal de la socialización, como el conjunto de hechos, valores, y provechos familiares que asumen una hibridación, cuando la hay, y que fundan una concepción basada en experiencias tanto suyas como ajenas.
El “Formativo” arqueológico, como concepto, revela por tanto la transformación cultural y social, y es lo que en algunos aspectos pretendemos lo que nos lleva al estudio histórico interpretativo “arqueología social” en sociedades sin escritura y aun en las más avanzadas neolíticamente.
Por tanto vale señalar que en la arqueología que busca más allá del documento escrito y cuyos modelos se aferran en otras ciencias, existe un núcleo de vida cotidiana que permite la identificación de quehaceres y pensamientos para poder enhebrar una ilación de “modos” que explican el pensamiento, las razones sociales y las decisiones grupales.
Vistas de modo capaz de interpretar sus hechos, estas formas sociales, algunas advertidas sólo como folclore y curiosidades, aportan un sustrato vital que tiene raíces no tocadas por el cientificismo que deja fuera de su análisis el hecho social considerado muchas veces como de “poca monta”, vitalizando así el refrán castizo, de que solo aquello que se realza o que es tan diferente que puede notarse “a simple vista” puede aportar algo al análisis global de la realidad escogida.