Enfoque
Apuntes sobre una observación presidencial al Código Penal 2014
En noviembre de 2014, luego de analizar la ley contentiva del Código Penal que le había remitido la Cámara de Diputados para los fines constitucionales, el presidente Danilo Medina tomó la decisión de observar los artículos relativos a la interrupción del embarazo, por entender que, en supuestos muy concretos, la penalización de la mujer es una afrenta a la dignidad humana, que conforme dispone el artículo 38 de la Constitución, por constituir el fundamento del Estado “es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos”.
Un mes después de la observación presidencial, y ante el estancamiento del tema en el Congreso Nacional, se produjo un acercamiento entre miembros de la jerarquía eclesiástica y el Poder Ejecutivo, con el propósito de solucionar el tema antes de la llegada de la navidad. En esa coyuntura se produjo una reunión de muy alto nivel, en la que resulté comisionado por el presidente Medina para, junto al presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano y otros obispos que conformaban una especie de Comité Ejecutivo de la Conferencia, buscar una alternativa que viabilizara la aprobación del Código Penal.
Para cumplir tal encargo, me trasladé a la sede de la Conferencia en la avenida Rómulo Betancourt, siendo recibido de inmediato por los obispos. Tras varias horas de conversación, convinimos una propuesta alternativa para destrabar la situación, que comprendía una solución en cuanto al aborto terapéutico, y una salida “salomónica” para los otros dos supuestos de no imputabilidad penal en materia de interrupción del embarazo contenidos en la observación presidencial.
En cuanto al aborto terapéutico no hubo mayor dificultad, al combinar la petición de los obispos de que los médicos hicieran el mayor esfuerzo para salvar las dos vidas, con el agregado sugerido por el presidente Medina de que ello sea así “hasta donde sea posible”.
Ante la imposibilidad de lograr un acuerdo en los supuestos de no punibilidad cuando la interrupción del embarazo se produjese en caso de violación, incesto o el originado en malformaciones del embrión incompatible con la vida, la negociación Estado-Iglesia en curso fue salvada a través de una formulación particular. Ese texto, poco ortodoxo con la técnica penal, que sujetaría la no imputabilidad a protocolos que serían establecidos en una ley especial, fue redactado por el autor de este artículo en la computadora ubicada en el despacho del entonces presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.
Con ese texto en manos, me trasladé al Palacio Nacional para informar al presidente Medina de la “fumata blanca”. El mandatario de inmediato me encargó visitar al expresidente Leonel Fernández para ponerlo al corriente de la negociación, ya que —en su condición de presidente del partido de gobierno— le correspondía transmitir la línea partidaria a los legisladores peledeístas.
Expliqué al expresidente Fernández, en su despacho de Funglode, el acuerdo alcanzado con representantes de la jerarquía católica. Fernández me mostró extrañeza, ya que, apenas unos días atrás, representantes eclesiásticos que le habían visitado expresaron su rechazo a la observación presidencial.
Ya en plena conversación con el expresidente Fernández, se sumaron a la reunión Abel Martínez, entonces presidente de la Cámara de Diputados, y el vocero peledeísta en esa Cámara, Rubén Maldonado. Martínez también se mostró sorprendido de la negociación con jerarcas eclesiásticos, revelando que, con la colaboración de Monseñor De La Rosa y Carpio y líderes feministas, había elaborado un texto que permitiría a los jueces penales, en los supuestos de las tres causales, acoger circunstancias atenuantes, de modo que las sentencias que dictasen no implicarían penas restrictivas de libertad.
Ante esta nueva situación, el presidente Medina y el expresidente Fernández conversaron telefónicamente en presencia de Martínez, Maldonado y este articulista, quienes a continuación nos trasladamos al despacho presidencial.
Una vez reunidos con el presidente Medina, el Jefe del Estado solicitó a Martínez que leyera el texto que el expresidente Fernández había comentado por vía telefónica, luego de lo cual me preguntó la razón de mí no conformidad. Respondí que mi intervención en este tema era de carácter técnico, y que la propuesta de circunstancias atenuantes era contraria a la observación presidencial de no punibilidad en los tres supuestos excepcionales de interrupción del embarazo.
El presidente Medina tenía compromisos fuera de Palacio, y nos dejó en su despacho con la encomienda al presidente de la Cámara de Diputados de que informara a los monseñores Nicanor Peña y Benito Ángeles que el texto que proponía el legislador gozaba de su no objeción, si con ello se alcanzaba una solución a la situación. Al final, los obispos reiteraron su conformidad con el texto que fue acordado, a lo largo del día, con el autor de este artículo.
Ya eran casi las nueve de la noche de un largo día. Al regresar a mi casa, por coincidencia, al entrar al ascensor me encontré con el expresidente Fernández (quien esa noche tenía una cena en el apartamento de Franklin Ligthgow hijo). Aproveché el momento para informarle el resultado de la reunión y la negativa de la representación de los obispos de aceptar el texto sugerido por Abel Martínez, diciéndome: “Olivo, parece que los tiempos están cambiando en la Iglesia”.
Al día siguiente, la Cámara de Diputados acogió la observación, incorporando el texto convenido con representantes de la jerarquía católica, siendo promulgado el Código Penal el 19 de diciembre de 2020, y posteriormente declarado inconstitucional por vicio de procedimiento.
Ahora que nuevamente resurge el tema, casi en los mismos términos que dieron lugar a la solución “salomónica” de 2014, vienen a mi memoria las líneas finales de la carta de renuncia que como embajador ante el Reino de España le dirigí al presidente Medina en julio de este año, en la que le expresaba que nuestra sociedad, en este tema, de igual modo que con la cuestión migratoria y los derechos de la comunidad LGBT, tiene como tarea pendiente desatar el entrampamiento en que se encuentra sometida con los condicionamientos religiosos, así como con el chantaje de pequeños grupos de nuestra colectividad que hacen de la división, el odio, la cizaña, la discriminación y la xenofobia su modo de presencia activa en la vida pública.