EL BULEVAR DE LA VIDA
“Sin cuentos de hadas donde habita el olvido”
“Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, una vez me contó un amigo común que la vio... donde habita el olvido”. De ese verso de Joaquín Sabina debo hablar hoy y no por mandato poético de pre-viernes, sino para celebrar que doña Miriam Germán es la señora procuradora general de la República y, según mis fuentes, ya desconectó su teléfono rosado, del otro aparato color rojo del presidente Abinader, colocado en el extremo izquierdo del escritorio del mandatario en el Palacio Nacional.
De la señora dama procuradora podría decir uno, que lo de su demostrada integridad está bien; que lo de ser honorable y ética no está nada mal, incluso en los actuales momentos esto se podría considerar una característica personal excepcional por escasa.
Que la procuradora jefa tenga un viejo historial de solidaridad hacia la democracia dominicana, en nuestras calles y sobre todo en nuestros tribunales, (y cuando esas prácticas podían representar la muerte) habla muy bien de ella y muy mal de los carceleros de entonces. (“Estamos presos, carcelero, estamos presos, yo de estos torpes barrotes y tú del miedo” D. V. (...) “Que suelten de una vez, los cinco MPD”), perdón, por nostalgia.
Pero no solo de ética, integridad, solidaridades y tribunales vive la gente y por eso, quiero destacar el lujo jurídico y literario que significa para la Justicia de un país en bandolera cultural, (ese es tema para otro Bulevar) el contar con una Procuradora General de la República que cuando le pidieron ubicar el lugar donde guarda el rencor hacia su antecesor y verdugo, “Yalanán”, en vez de citar algo de Luigi Ferrajoli, prefirió los versos de Joaquín Sabina. Dijo la dama que su rencor hacia el señor, de tan lejos ni existe, perdido en las lejanas brumas del perdón, bien lejos, allá: “DONDE HABITA EL OLVIDO”.
Como ven, es más que evidente que la magistrada Germán ha abrevado en los mares de la santa poesía y sus dones; es por eso por lo que, agradecido, acudo también a Sor Joaquín Cardenal Sabina para desearle “que no le cierren el bar de su esquina, que no le compren por menos de nada, que no le vendan amor sin espinas, (Y SOBRE TODO, pm) que no la duerman con cuentos de hadas”.