Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Hora de rescatar la credibilidad

Avatar del Listín Diario
Felipe Vallejos M.Santo Domingo

En un comenta­rio reciente de un programa ra­dial se decía que un ciudadano que inspire demasiada indepen­dencia no es viable como can­didato con reales posibilidades para un puesto de decisión e influencia en el aparato del Es­tado dominicano. Aquella fra­se parecía confirmar que en la cultura política dominicana es­tá arraigada la convicción de que si no hay una parcela por representar, llegar a puestos de importancia es un mero sueño.

La historia demuestra que los intereses capitales y políticos confluyen para, al menos, in­fluenciar en decisiones de pues­tos, personas y políticas públicas de un determinado país, en par­ticular de los nuestros, con esa suerte de estado partenalista to­dopoderoso de amplio impacto económico y social, manejado por unos pocos.

Dicha tradición ha tenido que comenzar a convivir con una sociedad dominicana mu­cho más formada y exigente, hija de un tiempo de estabili­dad democrática e institucio­nal que surgió a partir de la cri­sis electoral de 1994, la cual acortó el período del presiden­te Joaquín Balaguer a dos años e inauguró lo que hasta la fe­cha ha sido una línea estable, no exenta de debilidades y re­trocesos, pero que sí ha posibi­litado 24 años de elecciones li­bres, alternancia en el poder y crecimiento económico.

Todo bien hasta la mañana del 16 de febrero del 2020. Las tensiones comenzaron a sentir­se al filo de la medianoche del sábado 15, cuando se denun­ciaron las primeras fallas del sis­tema de voto automatizado que no ofrecía la posibilidad de votar por candidatos del Partido Revo­lucionario Moderno o de Fuer­za del Pueblo. Como una bola de nieve, el escándalo fue tal que obligó a la Junta Central Electo­ral a cancelar la jornada que que­daba y a posponer las elecciones en una fecha por determinar.

Luego, el 15 de marzo, se die­ron las elecciones extraordina­rias, un día sin sobresaltos, ante lo cual algunos incluso se atre­vieron a decir que la democracia había sido “salvada”. Sin embar­go, el daño a la credibilidad de la JCE y a su legitimidad como árbi­tro había calado profundo en la psiquis de la sociedad dominica­na, cuyas protestas y cacerolazos reclamando poder ejercer su vo­to y que este se contabilizara, fue el síntoma más importante del peligroso retroceso de la legiti­midad de las instituciones en la República Dominicana.

Esto se ha intentado resarcir, de entrada en el discurso y en las formas, a partir del 5 de julio con la victoria del PRM. El nom­bramiento de Miriam Germán Brito como procuradora gene­ral de la República fue un pode­roso mensaje al necesario rescate de la credibilidad y de la legitimi­dad de la justicia. No obstante, si lo anterior se queda solo en la for­ma, la espiral negativa de la legi­timidad podría ser de no retorno, pues no hay nada más peligroso que una ciudadanía que no crea en sus instituciones, ya que más temprano que tarde le terminará por perder el respeto.

Parecería entonces que la in­dependencia y la credibilidad de actores clave ya no son una carga, sino un necesario activo, la garantía del comienzo de la recuperación de la lacerada le­gitimidad de las instituciones del Estado.

Tags relacionados