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FIGURAS DE ESTE MUNDO

La montaña mágica

Uno de los principales novelistas germanos del siglo XX, Thomas Mann, ve a la juventud alemana con sus conflictos espirituales, y por lo mismo hace en “La monta­ña mágica” estremecer a los personajes en com­plejas situaciones y juegos entre el amor y la muerte. Había comprendido con Goethe que hay una sola ciencia, tanto de los pueblos como de los individuos: la del corazón. “Nunca podrás influir sobre los hombres –decía el autor del ‘Fausto’– si tu elocuencia no parte del corazón”.

En “La montaña mágica”, Hans Castorp, ago­tado por sus estudios de ingeniería, decide tomar­se tres semanas de vacaciones en un sanatorio enclavado en una alta montaña suiza.Allí se ena­mora de madame Chauchat, una mujer tubercu­losa pero hermosa y seductora.

A pesar de saber que ella está casada con un funcionario ruso, Hans decide hacerle conocer sus sentimientos. Su situación se complica pues contrae tuberculosis y debe, por tanto, permane­cer en el sanatorio otras semanas, que se converti­rán, de manera casi absurda, en siete años.

Por fin Hans le declara su amor a madame Chauchat. Ella le expresa que la verdad del ser está en el pecado y no en la moral, pues conociendo lo oscuro se puede encontrar la luz; un pensamiento que san Pablo corrige así: “Si pecamos voluntaria­mente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pe­cados, sino una horrenda expectación de juicio”.

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