El Covid-19, ensañándose contra los niños

Agosto, que entre nosotros cae cual rayo suspendido e iluminador, en otros lares es estruendo refulgente y maravilloso para las ciencias y la humanidad a la que sirve.

Organismos rectores y garantes de los sistemas de salud y de la salud colectiva están atendiendo un riesgo más acarreado por el Covid-19: el desarrollo en niños de lo que “Recientemente se ha descrito como síndrome inflamatorio multisistémico infrecuente”. Al 25 de junio, 2020, había provocado “una enfermedad grave y algunas muertes”.

Expresado en complicaciones pulmonares, la literatura y estudios de casos desde junio a agosto en los Estados Unidos empiezan a vincularlo con afecciones cardíacas frecuentes, incluidas la miocárdica y la coronaria.

Es decir: un síndrome multisistémico con expresión inflamatoria, con casos en aumento y posible evolución a insuficiencia cardíaca aguda en los niños.

Amenaza a la salud que adquiere dimensión problemática. Según el Director de los Institutos Nacionales de Salud de ese país (NIH, por sus siglas inglesas), “los casos de COVID-19 en niños han aumentado en 21 por ciento en los Estados Unidos desde principios de agosto”.

Un pico a todas luces tan alarmante que ha llamado la atención de los rectores de la política y de los servicios sanitarios, reclamando, también, una vigilancia más concentrada de los padres sobre los hijos dado que los niños deben ser protegidos por su rol potente y eficientísimo como vectores en la transmisión viral.

El doctor Francis S. Collins publicó, en su blog, un llamado al respecto. En él recoge referencias metodológicas de alto valor para comprender la situación creada por el Covid-19 en esta población, haciendo, de un grupo de ella todavía reducido, vulnerable a la gravedad.

Él nos dice: “La mayoría de los niños infectados con SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, desarrollan solo una enfermedad leve. Pero, días o semanas después, un pequeño porcentaje de niños desarrolla un síndrome desconcertante conocido como Síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C). Esta inflamación severa de órganos y tejidos puede afectar el corazón, los pulmones, los riñones, el cerebro, la piel y los ojos”.

Lo meritorio de atención es que, quizás, MIS-C no sea un resultado directo del virus, aunque más probablemente “se deba a una intensa respuesta autoinmune”. Peor aún: “un estudio reciente en Nature Medicine aporta algunas de las primeras pruebas del vínculo entre MIS-C y cambios específicos en el sistema inmunológico que, por razones todavía misteriosas, a veces siguen a la COVID-19. Resaltamos: “cambios específicos en el sistema inmunológico” de los niños.

En casos estudiados: “Los niños tenían niveles elevados de varias moléculas inflamatorias conocidas como citocinas, junto a niveles elevados de otros marcadores que sugerían daño tisular, como la troponina, que indica lesión del músculo cardíaco”.

A quienes atienden niños infectados por Covid-19, el Dr. Collins les indica buscar, además de síntomas (dolores de cabeza, cansancio, dolores musculares y dolor de garganta), un dilema: neutrófilos, monocitos y otros glóbulos blancos que responden rápidamente a las infecciones activándose como se espera, contra “niveles de ciertos glóbulos blancos llamados linfocitos T” reduciéndose, paradójicamente.

Información significativa allí donde la tasa de Mortalidad Infantil debe evitar la suma de factores propiciadores.