VIVENCIAS
Jueces de conductas y faltas de respeto
Nuestra capacidad de asombro ha sido superada al observar la forma destemplada y sin respeto como se refieren algunos comunicadores y “ciudadanos” a personas e instituciones recurriendo a improperios. De esta andanada de insultos con malas palabras incluidas nada ni nadie se salva, ni siquiera la investidura del presidente de la República de turno.
Se pueden denunciar conductas contra la moralidad y honestidad, pero no se justifica que se utilice un lenguaje soez, fruto de la cólera, donde la pasión de ánimo con su ímpetu tal como escribió Cervantes, no hay freno que la corrija. Tampoco, que se recurra a supuestos defectos físicos o de carácter, que atenten contra la dignidad violando el derecho de defensa, y sin pensar en la familia. No creo sea justo, que desde una plataforma digital alguien se convierta a la vez en acusador y juez, pasando de instrumento para la creatividad en un medio que provoca todo lo contrario, esto es, un freno.
Se da, al utilizar los apodos no como un individualizador conceptuado, sino en forma despectiva, por ejemplo, identificando a un presidente como tayota o bizco, que sería distinto si dijera que podría tener un trastorno en su personalidad.
Otro ejemplo que sirve a estos efectos es el de los guardianes del pueblo en el Antiguo Testamento anunciando, y denunciando a la clase dominante por su lujo, orgullo, codicia e injusticias a costa de los pobres, para provocar un cambio de conducta, una conversión, para que todos se encuentren con Dios (Veáse Isáias cc. 1; 3; 5; 10).