EL CORRER DE LOS DÍAS
Uno escribe
Uno escribe, y sabe que la literatura es lo que está destilando por la pluma, el lápiz o el pensamiento transitorio, pero piensa en “el posible otro, el que no es uno, o sea “el demás”, que interpreta y considera como cierto que lo que percibe es aquello que viene por su cuenta, lo que lo que de inmediato te sorprende, lo que dicen que pasa volando. Por ello el dios Mercurio tiene alas en los tobillos.
Ningún texto consideradamente literario, ningún pensamiento filosófico, ningún recibo de compriventa, están libres de errores gramaticales o mentales; Hay dioses que reclaman su “dramaticidad” y llegan alados, en un Pegaso cualquiera y en cada guerra del espíritu como las de Troya, reclamando la perfección y la eliminación de los desbalances obras de los chapuzones gramaticales, filológicas, puesto que dentro de cada título se esconden nos visitan errores de fábrica llamados cariñosamente gazapos y aun en las filosofías descartes grecolatinos, y en el pensamiento sus razones temporeras e imitadoras, llegadas en el caso de los trabajos u oficios de ocasión.
Tengo una amiga escriba, que de paso sea dicho tiene un oficio que no es como el de escribana, y que como una princesa faraónica, no teme preguntarle al espíritu que el faraón decide cansar con sus preguntas, por qué éste quiere saber aventuras ancestrales, y sin temor, siente que todos allí y acá somos un poco lo mismo, y cuando le parece enturbia y cambia textos sabiendo valientemente que ,en ocasiones, está alterando la historia ajena para que el gobernante la piense y la entienda de otra manera y cavile en un proceso que siendo igual al que vive y crea parezca diferente .
Uno escribe urgido por cumplir, y casi siempre cumplir con un ocioso interior empapado por sudores mentales y sabiendo que ese ego que llamamos yo, (viceversado según sea nuestro conocimiento de sus niveles de fragmentación), es parte de un invento interior, pasto de psiquiatras y psicólogos, usado para descubrir en los otras recusaciones propias.