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VIVENCIAS

Una canción para la historia

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JUAN F. PUELLO HERRERASanto Domingo

Recuerdo desde muy temprana edad haber escuchado una can­ción que ponían en el Teatro An­tonieta de San Juan de la Ma­guana antes de iniciar la sesión de cine, la cual, habiéndome marcado de tal manera, que he dejado a título de testamento verbal el deseo de ser despedido con ella al fi­nal de mis días en esta vida temporal. Se tra­ta de la Flor de la Canela de la cantautora pe­ruana María Isabel Granda Larco (Chabuca Granda), cuyos primeros escritos de la canción datan de 1949, completándose ésta a un ni­vel “superior de expresividad un 7 de enero de 1950”, de modo que esta canción cumple 70 años de haberse escrito.

La fuente de inspiración de esta canción se dice que fue una buena amiga de la infancia de la autora, Victoria Angulo Castillo de Loyo­la, “morena de abolengo que era Madrina de la Primera Cuadrilla de Cargadores del Señor de los Milagros lo que constituía alcurnia ne­gra en Lima”. Es interesante lo que me envía el fraterno Alfonso Saer cronista, narrador de­portivo barquisimetano y mejor ser humano, que en estos “tiempos donde todavía impera un racismo absurdo y existen diferencias so­ciales se encuentra presente la Flor de la Cane­la que hermana razas y credos”. La Flor de la Canela se considera un segundo himno nacio­nal en Perú, igual para mí desde la perspecti­va emocional de mis primeros años de vida, a un punto que he adaptado la letra expresando: “Déjame que te cuente Rey mío, Ay, deja que te diga, Señor, mi pensamiento, a ver si así des­pierto del sueño, del sueño que entretiene, Se­ñor, mi sentimiento”.

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