EL BULEVAR DE LA VIDA
Stop
Tendríamos que remontarnos hasta aquellos abriles de nuestra historia, el de 1965 de patria o el de 1984 de insurrección popular, para encontrar un momento tan dramático y difícil como el que espera al gobierno que se inaugura el 16 de agosto. Una crisis económica global que no depende de la economía sino de la salud. ¡Y la muerte sonriendo! Ni siquiera las andanzas del gobierno que en 2004 entregó un país al borde del default, con un millón y medio de nuevos pobres, puede compararse con la realidad económica, ética y social a la que debe enfrentarse la nueva administración. En agosto de 2008, ardía Lehman Brothers y con ella se tambaleaba el sistema financiero de Estados Unidos y Europa. Aquí, el dólar, débil frente al euro, se fortalecía frente al peso. Disminuían las remesas. El petróleo y sus precios perturbaban la estabilidad
de la macroeconomía. La delincuencia aumentaba por segundos, y el narcotráfico era ya uno de los poderes fácticos de la vida dominicana. Si algo faltaba, nuestra clase política no parecía estar a la altura de las circunstancias y sobre todo a la altura de nuestras desgracias. Éramos un país tan “piantao, piantao, piantao”, que no aprendía ya ni de sus errores, y por eso al poco tiempo de aquel agosto 2008, los llamados “ingenieros constitucionalistas” del PLD comenzaron a hablar y actuar para modificar la Constitución y eliminar el “nunca jamás” que en ese entonces inhabilitaba a Leonel Fernández y a Hipólito Mejía.
Así andaban las cosas en 2008 y andaban mal, cuando llegó el 2020 y el país con el resto del mundo se detuvo.
Llegó el Covid-19 a coronarnos de muertos, la promiscua de Sara con sus polvos, y Duquesa con sus humos, casi nos asfixian; llegó Isaías a desnudar la pobreza de Hato Mayor, Víctor Víctor se nos adelantó para cantar bachatas en el cielo, y la economía mundial nos ha regresado sin escala a los años terribles de la segunda guerra mundial; mientras quedaban prohibidos por decreto los abrazos. ¡El infierno! Ese es el “país en el mundo” que recibirá el nuevo gobierno. Entonces, es la hora de hacer un alto en la guerra politiquera y preguntar y preguntarnos, cual JFK, qué puede hacer cada uno de nosotros por su patria en bandolera. Al fin, ya habrá tiempo para las mezquindades políticas de siempre... y de todos los colores.