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POLÍTICA Y CULTURA

Raful, ¿fue cierto que Fidel te dijo eso?

Yo tuve dos grandes ami­gos cubanos, Armando Hart y Euse­bio Leal. Por razones que no se explican racionalmente, simpatizamos desde el pri­mer momento, indepen­dientemente de la celebri­dad de Hart en la historia de la revolución cubana, una de las personalidades que más me han deslum­brado, y de Eusebio Leal, en el ejercicio de la historia del continente y de Cuba. Leal era el más clarividen­te expositor de los proce­sos sociales e históricos de la humanidad, su poder de convencimiento y el manejo del lenguaje, eran impresio­nantes. Eusebio Leal, visi­tó varias veces nuestro país y desarrolló relaciones aca­démicas al más alto nivel institucional. Era un espec­táculo oírlo disertar. Cubría todos los terrenos de la cul­tura. Solamente escuchar al poeta nacional Pedro Mir en sus cátedras en la Facul­tad de Humanidades, en la Universidad de los años 70, podría asemejarse. Eusebio Leal estudió en los Estados Unidos, y regresó a Cuba en medio de la epopeya de Sierra Maestra y la caída de Batista. Era el historiador de la ciudad de La Habana, di­rector de las remodelacio­nes al cuidado de la ciudad colonial, restaurador por excelencia, le imprimió to­nalidades a los viejos edi­ficios amarillentos y blan­cuzcos de su entramado histórico. Varias veces me invitó a caminar con él por La Habana vieja. Leal, lle­nó de canciones y pinturas las paredes. El azul del cie­lo encampanado se entre­cruzaba con los colores de la poesía y el canto. Cono­cía la historia dominicana con una precisión de deta­lles, impresionante. En sus visitas al país, Leal conoció a gran parte de la intelec­tualidad dominicana, inclu­so al doctor Joaquín Bala­guer, con quien intercambió ideas y puntos de vistas, con Juan Bosch, a quien admi­raba y calificaba de Maes­tro, así como con Hugo To­lentino Dipp.

En la Feria del Libro de La Habana en el año 2014, Eusebio Leal presentó mi obra, “El Azar como cate­goría histórica”, ante un pú­blico de historiadores y de jóvenes amantes de la his­toria. En el año 2004, fui in­vitado al acto de clausura de la Conferencia del Con­sejo Mundial José Martí de la ONU, en mi condición de Vicepresidente de ese orga­nismo, al teatro Karl Marx de La Habana. Me sentaron al lado de Fidel y de la viu­da del Presidente François Mitterrand, Danielle. Como se trataba de una oportuni­dad única, aproveché para hablar con Fidel, quien leía el programa del acto. En el programa decía que Fi­del clausuraba el acto. Pe­ro le precedía la interven­ción del historiador de La Habana, Eusebio Leal. En­tonces Fidel me dijo, “Leal es brillante, tan brillan­te, que si él habla primero que yo en cualquier acto, yo prefiero no hablar des­pués de él, él habla también por mí”. Eusebio Leal esta­ba a una distancia conside­rable. Cuando el acto con­cluyó, y el Comandante en Jefe abandonó la sala, se me acercó Leal, y le conté lo que Fidel me dijo. Enton­ces, poniendo sus manos so­bre mis hombros, mirándo­me fijamente a los ojos, me dijo: “Coño Raful, ¿dime si fue verdad que Fidel te dijo eso?

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