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COLABORACIÓN

No más benignidades para el irrespeto

Para quienes fuimos cria­dos con res­peto a todo lo que signifique Ley y Orden, tanto dentro del hogar como a nivel del Estado en sentido general, nos llama mucho la aten­ción las benignidades ex­presadas en el trato que re­ciben aquellos ciudadanos que ultrajan y agreden a las autoridades policiales y mi­litares que, arriesgando sus vidas, tratan de preservar las de esos ciudadanos.

A diario, vemos cómo jóvenes y muchos adultos la emprenden a pedradas, trompadas, sillazos, bo­tellazos y todo lo que ten­gan en las manos, contra los guardias y policías que trabajan arduamente en el cumplimiento de su mi­sión.

El reto se da a diario, pe­ro cuando hay una reac­ción de la autoridad para controlarlos, entonces son ellos, policías y militares, los malos.

En muchas ocasiones, los violadores de las dispo­siciones y las leyes, llaman a “amigos, parientes y rela­cionados” con rangos más altos de los agentes que los detienen, y entonces los sueltan, pero al ponerlos en libertad proceden a burlar­se del que está cumpliendo con su tarea.

A esto se agrega que, no­sotros mismos, muchos pe­riodistas, ciudadanos y me­dios de comunicación, sin investigar a profundidad, comenzamos a emprender­la contra los policías y mi­liatares.

Estamos ante una ola de irrespeto a todo, una ola que además es de desobe­diencia a la Ley y ante una falta de dureza tanto de los fiscales que no instru­mentan bien los expedien­tes, como de muchos jueces que emanan sentencias be­nignas.

Pero hay algo más, la educación en el hogar. ¿Qué sería de mí si a mi casa llegaba una queja?, lo primero que hacían mis padres era ir al lugar de los hechos, sin preguntarme ni consentirme nada, luego se dirigían hacia mí y la que me esperaría sería grande.

Ahora, en la llamada “modernidad”, los padres, sin investigar, van a los des­tacamentos a buscar a sus hijos y alegan maltrato e irrespeto a sus derechos, cuando ni siquiera sabían por dónde andaba.

Reconozco el respeto a los derechos humanos, a la dignidad y a todo lo que re­presente la integridad física de cualquier ciudadano.

Sin embargo, creo que en nuestro país hay que dar ejemplo, las liberta­des no se pueden convertir en libertinaje, las leyes son para todos y por lo tanto, hay que aplicarlas. No más irrespeto cuando la auto­ridad competente trata de preservar el orden e inclu­so, salvarte la vida.

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