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MIRANDO POR EL RETROVISOR

¿Seré una buena periodista?

La interrogante que sirve de título a este artículo me la hizo una estudiante que inició su pasantía en un medio como requisito para optar por la Licenciatura en Comunicación Social.

Pienso que quizás estuvo motivada en esas primeras experiencias frustrantes en una sala de redacción luego de dejar la comodidad de las aulas universitarias. Creo que la mayoría hemos pasado por esa amarga experiencia.

Le transmití algunos consejos y experiencias que he tenido como profesor del área y en mi ejercicio de 26 años en diversos medios de comunicación.

Pero tomando en cuenta que quizás sea una inquietud de muchos estudiantes y jóvenes que empiezan a hacer sus pininos en el ejercicio de la profesión, no quise limitarlo a mi exclusiva opinión y decidí consultar a algunos de mis compañeros del Listín Diario sobre las cualidades que debe tener un buen periodista.

Algunas de sus respuestas fueron sentir amor por la profesión, ser honesto, tener principios inviolables, pasión por la verdad, responsabilidad, manejarse apegado a la ética y hasta como apuntó en una ocasión el escritor polaco Ryszard Kapuscinski, ser ante todo una buena persona.

El fenecido periodista colombiano Javier Darío Restrepo, una autoridad en cuanto al ejercicio de la Comunicación Social apegado a la ética, en una especie de decálogo del buen periodismo también hace hincapié en algunos de los aspectos señalados por mis compañeros del Listín, a los que agrega tener orgullo por la profesión, ser autocrítico, sentido de misión, ser desprendido con los conocimientos y mantener intacta la capacidad de asombro.

Me pareció interesante ver tantas respuestas en que están ausentes las capacidades intelectuales que indiscutiblemente debe tener también un periodista para estar en capacidad de manejar los datos, informaciones, ideas y herramientas que darán forma a los diversos géneros periodísticos.

La vocación es esencial en la Comunicación Social, razón por la que antes de matricularse en esta carrera resulta indispensable para los jóvenes identificar el grado de motivación que existe para incursionar en una profesión que implica enormes sacrificios.

Al final no importa exclusivamente la cantidad de conocimientos que un periodista pueda adquirir y la acrisolada formación académica que reciba en una universidad, jamás podrá ser un buen periodista si no está en capacidad de responder a la sociedad con sus actos y un ejercicio listo para ser sometido a cualquier escrutinio.

Además de actuar siempre apegado a la ética y de su inquebrantable compromiso con la verdad, el buen periodista nunca debe perder de vista el deber de arrimar su ejercicio al bien común y especialmente a favor de los débiles, vulnerables y desfavorecidos.

Otro elemento a tomar en cuentas es conservar la humildad en un camino de doble vía. Primero, aceptando las correcciones que te permitirán crecer cada día en una profesión donde siempre hay algo nuevo que aprender, especialmente por los cambios constantes que impone el uso de las nuevas tecnologías.

Y segundo, practicando el buen trato con tus compañeros de oficio, sin menospreciar ni maltratar a nadie en la medida que escalas posiciones. La comunicación es como un ascensor que te puede llevar al piso más alto, pero también a la parte más baja y, en el peor de los casos a un amargo retiro desprovisto del poder que otorga influir en la vida de las personas y hasta propiciar cambios en las sociedades.

Espero que esa joven aspirante a comunicadora tenga ahora una idea más clara de las condiciones que deben adornar a un buen periodista.

Y a quienes tenemos un ejercicio de larga data realizar una introspección que nos permita aquilatar si nuestro desempeño ha sido un buen ejemplo para esa nueva camada de comunicadores llamada a tomar las riendas del buen periodismo.

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