VIVENCIAS
Beato por la gracia de Dios
Luego de tantos años de espera ha sido beatificado el médico José Gregorio Hernández, proceso iniciado en 1949 siendo arzobispo de Caracas monseñor Lucas Guillermo Castillo quien ordenó lo que se conoce como la etapa informativa ante el Vaticano.
¿Por qué tardó 71 años reconocer a un ser humano excepcional merecedor del calificativo de médico de los pobres?
No se trata de destacar su amplia hoja de vida como profesional de la medicina, que incluye haber introducido el microscopio en Venezuela a finales del siglo XIX y que hablaba seis idiomas y dominaba otros, sino de su vida como hombre de profunda espiritualidad.
Destaco que como buen Terciario Franciscano reconoció el rostro de Jesús en cada enfermo, desviviéndose por los pacientes afectados por la epidemia de fiebre española de 1918, y muriendo a los 54 años atropellado por un vehículo un 29 de junio de 1919 mientras iba a la farmacia a comprar medicinas para una anciana, siendo sus últimas palabras: “¡Oh, Virgen Santa!”. El papa Juan Pablo II lo declaró venerable el 16 de enero de 1986; y la Iglesia hoy lo reconoce como beato por sus actos heroicos: “generosidad, rectitud, y servicio a los pobres a quienes compraba medicinas y en lugar de pedirles dinero por la consulta, se las daba”.
Solo el buen olor sube a Dios, y su siervo Jose Gregorio goza de la gloria de los altares entendiendo que la “vocación cristiana no está en ser objeto de culto en los templos, sino en el gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad”.