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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

De Luis a Luis

Quiero dirigir­me al nuevo presidente de la Repú­blica esco­gido para go­bernar el país en los próximos cuatro años. Algunos dirán que no fuña tanto, pues lo que quiero tratar es sú­per repetido.

El todavía actual Pre­sidente ni caso hizo las veces que le tocamos ese tema; pero allá va para que conste, esperando que se cumpla el refrán: “A quien madruga Dios le ayuda”.

Hace tres años, en el marco de la celebración del Día Nacional de la ju­ventud, durante la mi­sa que usualmente com­partimos en la Catedral en la fiesta de Don Bosco, le presenté al nuevo pre­sidente la necesidad de no dejarse amarrar por la tendencia que inten­ta despenalizar el abor­to en franca oposición al artículo 37 de la Consti­tución de la República y sobre todo al valor de la vida. Le hice referencia también al coqueteo con que pretenden pisotear el artículo 55 de la Car­ta Magna que estable­ce como fundamento de la familia la unión de un hombre y una mujer.

Mi estimado tocayo, que dentro de poco se ce­ñirá la ñoña presidencial, evadió la conversación señalando que luego ha­blaríamos sobre ese asun­to para explicarme su posición al respecto. En repetidas ocasiones el nuevo presidente ha rei­terado su complacencia a favor de la despenaliza­ción del aborto y sus bue­nos ojos referente al ma­trimonio entre personas del mismo sexo.

Creer que progresamos como país echando pa­ra atrás y derrumbando el mundo de valores en­torno a la vida y la familia es una peligrosa ingenui­dad; si no, pregúntenle a nuestros ilustres chinos de Bonao, expertos en la co­secha de arroz exquisito y que en estas cosas ele­mentales nos dan clases de profesionalidad.

Parece que Luis, no yo, sino el que se encamina a alquilar por cuatro años la mansión construida por Guido D’Alessandro en la calle Doctor Delga­do como sede del Gobier­no, quiere también pro­bar la última coca cola del desierto con el tema del aborto, sin pensar que se trata de un trago muy amargo y doloroso. Pero lo peor es que junto a Luis hay también otros perso­najes que les gusta bailar el mismo tango.

Esto era sólo un salu­dito de Luis a Luis para recordarnos estas cosas esenciales.

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