FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO
A la garata con puños
Uno, dos y tres ¡A votar se ha dicho! Y la gente dejó de buscar excusa para quedarse durmiendo. Se levantaron temprano, dejaron de roncar y dar vueltas a lo loco todo el día, como si se tratara de un asunto sin importancia. Era una decisión del pueblo que nos afectaba a todos, para bien o para mal. Y cumplimos con nuestro deber ciudadano.
El tiempo de elecciones es esperado por todos, y ya se ha acuñado la expresión que se trata de una fiesta de la democracia. Esta fiesta se realizó en un clima de alegría y regocijo nacional.
Las elecciones a veces me recuerdan un juego de niños en que se tiraban al aire caramelos, hasta monedas, y había que tratar de atrapar algo o lo más que se pudiera, a riñas limpias.
Ahí había trompadas, empujones, puños y un griterío infernal, incluyendo palabras no aptas para menores.
Formamos parte de una democracia en la que todo el mundo trata de agarrar lo más que pueda de los caramelos del poder político y está dispuesto a dar pescozones, trompadas, proferir palabras no aptas para nadie y hasta a utilizar un arma para poder ganar las elecciones o defender su victoria, cierta o imaginada.
Todos los países, especialmente los latinoamericanos, pasan por este tipo de calamidad, pues no hay democracia perfecta.
Porque dicen que quien se sube en el tren burocrático del Estado tiene su vida asegurada, aún sin hacer cosas malas y sin necesidad de sacar las uñas. De ahí por qué muchísimos quieren vivir montados a Calitomé de las arcas del Estado.
Admitiendo que esta sea una realidad, y lo es, pedimos que las elecciones, que nos involucran a todos, se realizaran sin puños ni violencia, con mutuo respeto no importa cuál sea nuestro partido.
Las elecciones han sido una experiencia hermosa y no podemos permitir que se pierda esa belleza, adoptando conductas de gente viralata, sin proyecto de vida.
Naturalmente no se puede creer que esa mala práctica que nos lleva a adoptar esa conducta maligna, que se ha hecho cultura, desaparezca de la noche a la mañana.
Así que, mientras el hacha va y viene: ¡fuimos a la garata! Pero sin puños.