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MIRANDO POR EL RETROVISOR

¿A cuáles candidatos les pondrá el tapabocas?

Este domingo 5 de julio los dominicanos acuden a unas elecciones inéditas: Sin rostro.

Votantes, el personal que labora en los colegios electorales y observadores internacionales cumplirán con su rol acatando el protocolo dispuesto por la Junta Central Electoral debido al impacto del nuevo coronavirus Covid-19 a escala planetaria.

Las medidas incluyen el uso de mascarillas para acceder a los recintos electorales, observar un riguroso distanciamiento físico y el uso de insumos para evitar nuevos contagios debido al virus que ya ha matado a cerca de 800 en el país e infectado alrededor de 36,000.

Sin dudas una campaña y un proceso electoral único en la historia de la República Dominicana, tanto así que incluso se realiza fuera de la fecha prevista por la Constitución.

Votar con un tapabocas que oculta la mayor parte del rostro tiene sus ventajas. Por primera vez coloca al elector en una condición de anonimato físico y emocional al momento de sufragar.

Un rostro en el que ni siquiera se podrá percibir qué siente el ciudadano al momento de ejercer ese derecho tan importante para el destino de la nación.

Pienso que es la gran oportunidad de ejercerlo sin pensar en nuestras necesidades individuales y en los sentimientos que tanto norman nuestras decisiones, sin importar que finalmente terminen incidiendo en el futuro a corto, mediano y largo plazo del país.

Estos comicios jamás debemos verlos divorciados de la triste realidad que afecta a la humanidad desde que se detectaron en diciembre del año pasado, en la ciudad Wuhan de China, los primeros casos de este letal virus que ha paralizado la economía mundial en lo que va de año.

A los retos cuasi habituales que asumirá el gobierno que surja de estos comicios, ahora se suma la comprometedora responsabilidad de adoptar medidas certeras que permitan a la República Dominicana recuperarse de los efectos negativos de esta pandemia.

Una queja constante de los ciudadanos es que luego de las elecciones, esos candidatos que acudieron a sus barrios y comunidades con promesas en busca del voto, jamás vuelven a verles el rostro y aplican un distanciamiento social que perdura hasta una nueva elección, cuatro años después.

Pero hay un detalle en las elecciones presidenciales y legislativas del 2020 que la pandemia del Covid-19 no ha cambiado con respecto a las anteriores: En las boletas el elector seguirá viendo los rostros de los candidatos.

Son los rostros de las promesas inviables y otras incumplidas, de la corrupción, del transfuguismo, de las ataduras con el narcotráfico, del clientelismo, de la falta de institucionalidad y de ética, de la sed constante de poder, del irrespeto, de la búsqueda permanente del interés particular, de la prepotencia, de la insensibilidad, en fin, caras sin valores ni principios en el ejercicio de la política, a la vista de todos sin importar el color del partido.

El voto que se emita este domingo 5 de julio podría dejar una huella en el país tan indeleble como la que llevará el ciudadano en su dedo por unas horas luego de emitir el sufragio.

Esa es una razón más que suficiente para meditar bien a cuáles candidatos se les cubrirá el rostro con la marca del voto.

Y evitar poner ese tapabocas en quienes no lo merecen.

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