Más difícil...

Las cifras hablan por sí solas. 23,271 infectados, y 605 fallecidos hasta el día de ayer, con el preocupante ingrediente de cada vez más gente joven afectada, muestran el real avance del Coronavirus en el país.

Sin embargo, lejos de preocuparse y tomar las medidas correspondientes, una gran parte de la población se empeña en desconocer los protocolos, negándose a cumplir el distanciamiento físico, a lavarse frecuentemente las manos y a utilizar correctamente las mascarillas. Se preveía que al entrar a la fase dos de la desescalada, y que termina en el día de hoy, los riesgos habrían de ser mayores dado el incremento de las personas en las calles, y que por tanto, los cuidados y las precauciones deberían ser más rigurosos. Algo que lamentablemente no se ve ni en la práctica ni en los números. Las autoridades intentan controlar pero cada vez es más frecuente encontrarse con grupos compartiendo sin los tapabocas, amén de un transporte público cuya realidad es proclive al hacinamiento y ciudadanos que violan el toque de queda.

Y para colmo de males, el momento electoral que vive el país tampoco contribuye, ya que, y lejos de practicar con el ejemplo, son los propios dirigentes políticos que se han dado a la tarea de relajar las disposiciones con la organización de caravanas y micromítines. El tema, obviamente, es de conciencia.

Un cuadro preocupante que, y a pocas horas para entrar a la fase 3, donde las pequeñas y medianas empresas de hasta 50 empleados podrán trabajar con el 100 por ciento de sus nóminas y los servicios religiosos podrán realizarse tres veces por semana, pronostica una situación más difícil, que es igual a decir, más infectados y más muertos.