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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

Abinader y la salud: atención primaria y presupuesto duplicado

La emergencia mundial desata­da por el Sars-Cov-2 sobre las naciones está siendo el detonante de la crisis económica de mayor envergadura sufrida por el capitalismo y la humanidad en sus historias.

Dada la interconexión económica, la expan­sión del Covid-19 impu­so la urgencia de avan­zar hacia un modelo internacional de respues­ta coherente y armónico; gestionable desde organi­zaciones también interre­lacionadas y funcional­mente alineadas tras el objetivo de una protec­ción propia expandida que fortalece la de los ve­cinos.

El cumplimiento fiel del deber de informar efi­ciente y oportunamente el surgimiento de amena­zas sanitarias que la Or­ganización Mundial de la Salud (OMS) impone a sus estados miembros po­sibilita que entre todos se eliminen y minimicen los riesgos que para esa sa­lud colectiva hoy deve­nida en planetaria repre­senta el surgimiento o mutación natural o artifi­cial de patógenos capaces de expandirse, contami­nando masivamente a los humanos y desencade­nando epidemias hiper­bólicas, dinamizadas por el empuje vigoroso de los múltiples intercambios.

Por la fragilidad de sus desarrollos, recursos y sistemas de salud, las economías pequeñas in­gresan a tal terreno con temor: que las crisis de­rivadas de las epidemias caigan sobre sus institu­ciones, economías, salud y vidas sociales, cultura­les y religiosas, expan­diéndose bajo un efecto dominó.

Ante la proximidad de un nuevo gobierno nacio­nal que, según la mayo­ría de las más acreditadas encuestas, será presidido por el candidato del Par­tido Revolucionario Mo­derno (PRM), Luis Abi­nader, la nación tendrá la oportunidad de repensar cómo y por cuáles vías aumentará la fortaleza de su escudo epidemioló­gico. Cómo aprovechará eficientemente el presu­puesto duplicado a favor de Salud Pública prome­tido por el candidato.

La demanda nacional es que los cambios cam­bien, que no dejen todo igual ni lo empeoren. El motivo es simple: el ries­go sanitario ataca la se­guridad y las vidas de to­dos, por igual.

Nuestro sistema de sa­lud tiene, en los víncu­los y proximidad regional con los Estados Unidos, unas fortalezas y oportu­nidades de información y conocimientos valiosas. Especialmente en los Insti­tutos Nacionales de Salud de ese país: invierten más que US$41.7 mil millones al año en investigaciones y poseen una arquitectura funcional de acreditados segmentos especializados.

Anclajes científicos pa­ra que la salud avance desde un sistema regu­lado (por la OMS) a otro informado y científica­mente actualizado por sus vínculos con los cen­tros de control y preven­ción de enfermedades de las naciones vecinas y las desarrolladas. Pa­ra ello, el compromiso es

integrar a las mentes pre­claras del sector y de sus diversas disciplinas, sin distinciones ni exclusio­nes mañosas, instrumen­talistas o sectarias. La sa­lud es la vida y la vida no puede ser politizada.

Esto permitirá, en lo profesional, iniciar una relación de nuevo tipo con los especialistas más formados y de mayor ex­periencia clínica. Estos, igualmente imprescindi­bles en los centros de sa­lud y en la formación de sucesores, también nece­sitan retribuciones eco­nómicas suficientes para vivir tranquila y digna­mente, ejerciendo el hon­roso sacerdocio de salvar vidas.

Concluidas las repara­ciones y construcciones hospitalarias, se propo­nen gestiones enfocadas en certificar los hospita­les y activar una atención primaria dentro del Sis­tema Nacional de Seguri­dad Social (SDSS), cuyo financiamiento provenga de la puesta en vigencia de los planes subsidiado-contributivos del asegu­ramiento en salud.

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