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POLÍTICA Y CULTURA

¿Goebbels y Abbes entre nosotros?

Me pregun­to, cómo actuarían en nues­tro me­dio, si ejercieran sus ofi­cios de propaganda y terror, Goebbels y Abbes. Goebbels era el Ministro de Propaganda de Hitler, y decía, “una mentira re­petida mil veces se con­vierte en una verdad.” Ab­bes dirigió Radio Caribe, una formidable estación de propaganda y de di­fusión cultural que en un breve intervalo de tiempo, se constituyó en una de las emisoras de mayor pene­tración y alcance en Amé­rica Latina y en el mundo, desde Ciudad Trujillo a To­kio y a las Tierras del Fue­go de Suramérica. Una población cautiva bajo hip­nosis radial de difusión de las políticas trujillistas de Estado que regía la con­ciencia nacional. Goebbels repetía que, “cuando más grande sea la masa a con­vencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar”. En esta Era di­gital o de la información, , me pregunto, si acaso Goebbels como Abbes ha­brían tenido mayor éxi­to en crear conciencia fal­sa y obtener resultados más positivos en su tarea de manipulación y enga­ño de la opinión pública. Pero Goebbels está defini­tivamente muerto, y Ab­bes, si acaso todavía vive, y el “Corona Virus” no le ha hecho justicia en nombre del pueblo dominicano, vi­viría postrado en su impo­tencia vital, como desecho humano. Pero hay mu­chos émulos de Goebbels y Abbes, pretendiendo co­piar de estos personajes, sin su talento, su sagaci­dad, su instinto, dirigien­do campañas de denues­tos, respuestas rápidas en las redes, cuentas falsas de diez seguidores para con­trarrestar las expresio­nes opositoras. Invencio­nes soeces, deformaciones, blasfemias, “bocinas” ho­rribles que apenas saben mascullar el idioma, en un ejercicio democrático que es caricatura y degrada­ción social de la palabra.

Goebbels y Abbes, no se apoyaron nunca en esa crápula social para difundir alegatos, a pesar de con­tar con una masa amorfa de sicarios y soplones, para desgraciar vidas. Por el otro lado, contrataron siempre a las mejores voces, a los mejores expositores, a gen­te de cierto nivel cultural, a intelectuales de otros luga­res del continente. Cuando la turbamulta sube a la su­perficie social y se apode­ra del lenguaje ríspido pa­ra destruir reputaciones, aunque use vestimenta re­tórica virtual, socava el ar­mazón social y cultural de una sociedad, conducién­donos al abismo moral de la desintegración como nación. Joseph Goebbels, era un nazi despreciable y ruin, su jerga sin embar­go, enmascarando truha­nes, nunca careció de las reglas del idioma y de ale­gatos a la tradición germá­nica de su cultura. Johnny Abbes, lo mismo, búsque­se la nómina de trabajo de Radio Caribe, y se encon­trará músicos, filósofos, clásicos, locutores de dic­ción perfecta y programas de formación culta, gente que no se manchó de san­gre. Abbes, en su lealtad perruna a Trujillo, nunca confundió la forma con el contenido. Respetaba la primera, para desandar li­bremente por los caminos de la represión y el crimen. Los de ahora, verdaderos liliputienses, matan con la lengua y propician la caída civil de los ciudadanos, con el dicterio y el agravio. A estos ignaros los une la no­che más oscura del alma.

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