EL BULEVAR DE LA VIDA
Sería fantástico un debate
Sería fantástico que nadie pudiera asumir un puesto público electivo sin antes confrontar sus ideas con sus adversarios; presentar su producto en el mercado electoral, y que pueda el consumidor (el votante) elegir. Sería fantástico porque hoy esa no es la realidad.
Los debates no tienen rechazo, sin embargo es difícil celebrarlos, y todo porque la política electoral tiene sus reglas y lleva el ritmo del desarrollo democrático de cada país. El asunto es sencillo. Nadie está obligado a participar en un evento si los riesgos son más altos que los beneficios. Los debates son emitidos en directo, lo que los hace imprevisibles, algo que odian los políticos amantes del control. Por eso la vieja sentencia, “el que está arriba no debate”. Porque estaba arriba no debatió Peña Gómez con Leonel Fernández en 1996, y no porque fuera “ un peso welter”. Por la misma razón, ya presidente, Leonel tampoco debatió con Vargas Maldonado en 2008. En el escenario actual, Abinader aceptó debatir con Gonzalo y Leonel, porque sabe que en los últimos meses ha disminuido su ventaja sobre Gonzalo. Pero su participación dependerá también de que asista Gonzalo, pues sería un error de bachiller enfrentarse en un debate exclusivamente, a quien en 12 días (5 julio) le apoyaría en una casi inevitable segunda vuelta. Por su parte, Leonel, colocado en tercer lugar, y en medio de un proceso de polarización del electorado que comienza a afectarle, es lógico que, siendo como es el mejor comunicador y el mejor formado de los políticos dominicanos, ahora esté dispuesto al debate, aunque ni Gonzalo ni Luis sean buenos “conceptualizadores”, como no lo era Miguel Vargas Maldonado en 2008. Gonzalo Castillo, que no es un buen comunicador, ni siquiera un aceptable “conceptualizador” sino un gerente, rumbo ya a una inexorable segunda vuelta frente a Luis, buscará la manera de no participar en un debate donde él, al contrario de Leonel Fernández, solo puede perder, ni ganar ni empatar solo perder.
Sería fantástico para la democracia dominicana un debate entre todos los aspirantes. Sería fantástico que la ausencia a un debate provocará una alta disminución en las intenciones de voto hacia la candidatura del ausente. Sería fantástico, pero hoy no es así, y la política se nutre de realidades, de los hechos y su terquedad.