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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Hallazgos preocupantes de irrespeto en la familia

La Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) expresa que “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Lamentablemente, como sociedad hemos estado por mucho tiempo de espaldas a la realidad de que salud física y mental se complementan para alcanzar una vida plena. Estudios realizados han demostrado que diversos trastornos mentales están asociados a padecimientos físicos de larga duración, y viceversa.

En la asistencia que brindan psiquiatras a la población por diversas plataformas virtuales, a propósito de la pandemia de la Covid-19 que abate a la humanidad, se han registrado hallazgos reveladores de cómo la salud física y la mental no deberían tratarse de manera separada porque están muy asociadas y ambas tienen un impacto significativo en las personas.

Tocaré dos aspectos de esos hallazgos en esta oportunidad: Los conflictos de parejas y los casos de niños y adolescentes que han desafiado la autoridad de sus padres durante el confinamiento por el letal virus.

Según los profesionales de la conducta, pasar tanto tiempo en el hogar ha provocado en el seno familiar estrés, ansiedad, depresión, falta de apego, desesperanza, intranquilidad, desesperación, nerviosismo, impotencia, angustia, ataques de pánico, agotamiento físico, cambios en el ciclo del sueño y hasta aumento en el consumo de alcohol.

Toda esa elevada carga de presión, una consecuencia de la incapacidad para manejar las secuelas económicas y emocionales que está dejando en la población el nuevo coronavirus, ha deteriorado las relaciones de parejas y de los padres con sus hijos durante el confinamiento, con preocupantes faltas de respeto.

En el peor de los escenarios, se han dado casos de maltratos físicos y de violencia verbal. Niños y adolescentes, acostumbrados a la libertad y la socialización que han perdido de repente, han desafiado la autoridad de sus padres que han quedado, según lo contactado por los psiquiatras, sin las herramientas para lograr que sus hijos abrumados por el aislamiento no se sientan tristes y desesperados.

Este prolongado confinamiento no ha hecho más que mostrar a los padres la desconexión que por tanto tiempo han tenido con sus hijos, a quienes han dejado a merced del “entretenimiento” que les proporciona un celular o una tablet, echando a un lado el rol indelegable de educar a sus hijos en principios y valores.

Con las parejas ocurre igual, cada cual centrado en sus propios intereses, llevando vidas paralelas en el mundo virtual, han olvidado que el respeto, la comunicación, la transparencia y la comprensión son vitales para forjar relaciones firmes y duraderas.

Parejas que han perdido de vista que se puede expresar una opinión sin hacer daño con epítetos, ser fuerte sin humillar al otro y defender tu derecho a la individualidad sin obviar que difícilmente funcione una relación donde no hay transparencia.

Estudios realizados con matrimonios de muchos años han demostrado que al principio de la relación la comunicación resultó ser lo más importante, pero según se avanza en el trato esta cedía a la relevancia del respeto.

No importa que tan fluida sea la comunicación entre parejas y entre padres e hijos, cuando surgen los conflictos, el respeto terminará macando la gran diferencia para alcanzar la salud emocional en el seno familiar, tan importante como la física.

Más tiempo en casa por la cuarentena debe ser una valiosa oportunidad para crecer juntos como familia, jamás un ingrediente que provoque violencia física y verbal, o en el peor de los casos, posiciones irreconciliables que conduzcan a una inexorable separación.

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