FE Y ACONTECER
“Reciban el Espíritu Santo”
Solemnidad de Pentecostés 31 de mayo de 2020 – Ciclo A
Las Fiestas Pascuales, que destacan la victoria de Jesús sobre la muerte y la Exaltación de Jesús como Señor de cielo y tierra y, consecuentemente, la misión de la Iglesia y el proyecto del hombre nuevo en Cristo, culminan con esta festividad de Pentecostés, en que conmemoramos la efusión del Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia.
a) Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11.
En este pasaje San Lucas narra lo que sucedió en Jerusalén aquel día de Pentecostés que, antes de ser cristiana fue una fiesta judía. Era una de las tres fiestas prescritas por la Ley de Moisés (Ex.23, 16-18), que congregaban una gran muchedumbre de judíos devotos. La intención principal del relato de Pentecostés es verificar la promesa del Espíritu Santo que Jesús había hecho a los Apóstoles y en cumplimiento de las profecías. Constatar la fuerza del Espíritu actuando en la misión evangelizadora y en la vida de la Iglesia. Proclamar en la fiesta aniversario de la proclamación de la Ley Mosaica, la vigencia de la Nueva Ley de Cristo y de su Espíritu, la Nueva Alianza y Pascua selladas en la persona y sangre de Cristo Resucitado. Y expresar la universalidad del nuevo Pueblo de Dios cuando aún no había salido de los límites de Israel.
b) De la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13.
El Apóstol San Pablo trata el tema de los carismas, estableciendo los criterios para distinguir los auténticos carismas, de los falsos. Los criterios fundamentales son dos: doctrinal y comunitario. El doctrinal se refiere a la confesión pascual de fe: ¡Jesús es Señor! Quien hace esa confesión de fe está animado por el Espíritu. El comunitario refiere que en todo carisma que sirve al bien común de los creyentes se manifiesta la acción del Espíritu. A propósito de los carismas, San Pablo determina dos principios, el primero sobre la diversidad y el segundo sobre la unidad. La pluralidad de los carismas y ministerios es tan normal y necesaria como la diversidad de miembros y funciones en el cuerpo humano. Contra la tentación de monopolizar el Espíritu, el Apóstol afirma que en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
c) Del Evangelio de San Juan 20, 19-23.
En su inesperada aparición a los discípulos el mismo día de su resurrección, Jesús les da su paz, su misión, su Espíritu y el poder de perdonar los pecados: “Como el Padre me envió, así también los envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengan les quedan retenidos”.
El gesto de Jesús, exhalando su aliento sobre los discípulos, recuerda el gesto creador de Dios que insufla su Espíritu de vida en Adán. Al exhalar su aliento sobre sus Discípulos, les hace partícipes de su propio poder de perdonar los pecados y también les da la autoridad de reconciliar a los pecadores con la Iglesia. Esta dimensión eclesial de su tarea se expresa particularmente en las palabras de Jesús a Pedro: “A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt. 16, 19). Está claro que también el Colegio de los Apóstoles unido a su Cabeza recibió la misión de atar y desatar dada a Pedro (Lumen Gentium 22).
El Espíritu Santo entra en escena el día de Pentecostés, y se pueden percibir claramente sus frutos en los apóstoles. Antes de recibirle, estaban llenos de miedo, tristeza, duda, angustia, silencio, incomunicados y con las puertas cerradas. Después de recibirle, se les ve llenos de valor, alegría, paz, fe, confianza, seguridad y proclamando el mensaje proféticamente en plena calle. Después de ser bautizados con el Espíritu Santo son hombres llenos de fuerza y de coraje.
En nuestro país celebramos este domingo el Día de las Madres, llegue nuestra felicitación y oraciones a todas las Madres que el Señor les siga asistiendo en su loable misión de amar, formar y evangelizar a sus hijos.
Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo.
B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.