Reclamos del amor

En el enigmático sortilegio del amor surgen los reclamos que tienen diferentes reflejos y de­jan profundas heridas. Así ve­mos, la sorpresa de un alma deslumbrada que avanza extasiada em­briagada de amor; pero en otras ocasio­nes el amor puede hacer estragos por el sufrimiento.

Cuando esto último sucede una herida produce una dolorosa llaga y deja una ci­catriz que perdura para siempre. De es­ta manera, en el momento en que se re­velan estos hechos reina la desilusión, se instala la desconfianza y surge la agresi­vidad. Aun con este sombrío panorama es posible que el corazón espere con fe al libertador que le hará salir del entumeci­miento de las injusticias sufridas.

Para superar este ideal fallido que aguijonea la voluntad de reparación an­te los reclamos del amor, nada mejor que buscar de la eterna comprensión de Dios fuente de sabiduría infinita. Hay que te­ner presente que el odio no puede ser la queja del amor perdido, como tampoco lo que cuenta es la fuerza del reclamo. Entonces, lo que realmente vale es el fru­to del amor y el estado en el cual el amor nos coloca.