FE Y ACONTECER
“Proclamen el Evangelio”
VII Domingo de Pascua – Ascensión del Señor 24 de mayo de 2020 – Ciclo A
a) Del libro de los Hechos de los Apóstoles 1,1-11.
Estos primeros versículos del libro de los Hechos de los Apóstoles muestran la conexión con el evangelio de San Lucas. El evangelista precisa el tema de la conversación de Jesús resucitado con sus Apóstoles en las “numerosas pruebas de que estaba vivo” después de muerto y resucitado. El período de estas apariciones e instrucción duró 40 días y llegado el tiempo de su despedida, se les manifiesta subiendo al Padre hasta que una nube se los quitó de la vista. La predicación del Reino por parte de Jesús fue muy clara: su Reinado estaría caracterizado por el amor, el perdón y la justicia, por consiguiente, toda especulación en torno a la proximidad del fin está condenada al fracaso. El evangelio debe predicarse al mundo entero.
b) De la Carta a los Efesios 1, 17-23.
El autor de esta Carta reflexiona sobre el misterio de Cristo y de la Iglesia, en estos versos afirma la supremacía de Cristo, intenta dar una respuesta acuciante en el momento en que escribe: surgieron tendencias en las propias comunidades en que se afirmaba que otros podían competir con la acción salvadora de Cristo, pero sólo Él es el centro de la unidad porque sólo Él es el Salvador.
c) Del Evangelio de San Mateo 28, 16-20.
Jesucristo resucitado es constituido por el Padre, Señor del universo y de la historia, cabeza de la nueva humanidad y de la Iglesia que es su cuerpo y plenitud. Para nosotros, el mandato misionero, es el envío para la evangelización y el testimonio que Jesús, con pleno poder en el cielo y en la tierra, transmite a la comunidad eclesial representada inicialmente en los Once: “Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio”.
Según los Sinópticos la misión evangelizadora que Jesús transmite a sus apóstoles es universal y no limitada al pueblo judío. En el final del evangelio según San Mateo supone que la apertura universal del Evangelio es fruto del misterio pascual, Jesús envía a sus discípulos a todas las gentes a invitarles a entrar a la salvación.
Al exponer el paso de la misión de Cristo, la Exhortación apostólica “Evangelii nuntiandi” de Pablo VI, enfatiza la evangelización como vocación propia de la comunidad cristiana y de sus miembros. Mediante el anuncio infatigable del Reino de Dios los discípulos de Jesús hemos de proclamar su salvación liberadora, confirmando además el anuncio con el testimonio de los signos (EN 6-16). Las formas de la misión que Jesús nos confía son dos: el anuncio directo y el testimonio personal y comunitario mediante los signos de liberación. En ambas formas Jesús está presente con la acción de su Espíri tu, que es su presencia invisible pero eficaz. En realidad, Cristo no se ausenta del mundo y de la comunidad eclesial, sólo cambia su modo de presencia.
Ahora que Jesús no está físicamente presente entre los hombres, tenemos una tarea urgente de evangelización y liberación humana, es el grupo creyente quien ha de hacerlo visible al mundo por el anuncio y el testimonio. La evangelización exige primeramente el anuncio directo del Evangelio con todos los medios a nuestro alcance. Anuncio respetuoso con las personas, al estilo de Jesús; sin amenazar, sino ofertando la salvación que libera. En segundo lugar, el anuncio y la palabra han de ir acompañados, como hizo Jesús, con el testimonio eficaz de los signos, es decir, con el compromiso de los cristianos por la promoción integral del hombre desde su dignidad de persona a su condición de hijo de Dios y hermano de los demás.
Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo.
B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.