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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

¿Qué aclara el humo de Duquesa?

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Este agrave asunto requiere soluciones téc­nicas que me superan am­pliamente. Concluyo mi introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, con tres valores íntimamente vincu­lados a todo problema hu­mano, también la basura: la verdad, la libertad y la justicia.

En el siglo XIX, los apa­ches mescaleros y chirica­guas del Sur Oeste de los Estados Unidos daban la alarma acerca de un peligro inminente con señales de humo. El humo de Duquesa señala esta verdad: a pesar de las denuncias, acuerdos, promesas, artículos como éste y diferentes liderazgos, este asunto que, causa se­rios problemas a la ciudada­nía desde hace décadas, no se ha resuelto. Se puede es­conder una solución falsa, pero es imposible disimular una señal de humo que arro­pa media capital. Los enten­didos podrán establecer las responsabilidades; a noso­tros como sociedad nos toca reconocer esta verdad: ante este desafío hemos fracasa­do hasta ahora.

Parte de la verdad es re­conocer que como sociedad no estamos acostumbrados a que los gobiernos y entida­des privadas nos exijan parti­cipar en solucionar nuestros propios problemas. Demagó­gicamente se evita responsa­bilizarnos a los ciudadanos y nuestras organizaciones. Sin pretender excusar a los que han administrado este delica­do y mal oliente asunto, cuan­do se habla de recoger, tras­ladar y verter toneladas de basura, necesariamente hay que apelar a la responsabili­dad ciudadana. Puedo asegu­rar, que ya en 1980 la ciudad de Washington, D.C., obliga­ba a todo ciudadano y núcleos urbanos a depositar su basura, por lo menos en tres contene­dores diferentes: lo orgánico, plásticos - vidrios y papeles. La plenitud de la libertad no reside en la comodidad, sino en responsabilizarse del bien común. Duquesa revela que nuestra responsabilidad ciu­dadana no huele bien.

Finalmente, la justicia nos puede orientar respec­to de las prioridades a la ho­ra de cosechar la riqueza que aporte el reciclaje de la basu­ra. El país tiene experiencia en capacitar a trabajadores pobres bajo un mismo te­cho o durante una cosecha. Para poder reciclar la basu­ra, primero hay que promo­ver a los buzos en formación, prestaciones y organizacio­nes justas y formativas.

La basura es segura. Ma­nejarla adecuadamente exi­ge competencias técnicas y también, como todo asunto humano, requiere: verdad, libertad y justicia. (Ver, Pon­tificio Consejo « Justicia y Paz » 2005, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, números 197 – 203).

El autor es Profesor Asocia­do de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do

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