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POLÍTICA Y CULTURA

¡No habrá gigantes que se nos resistan!

Mi amigo, el ingeniero Cayetano Rodríguez del Pra­do, acucioso y perspicaz, me acaba de enviar uno de esos fragmentos de la lec­tura infinita de “El Quijo­te” del inmenso Miguel de Cervantes y Saavedra, que parece escrito en el tiem­po presente de la pande­mia que nos flagela.

“El Quijote” es múltiple, plural, todo lo abarca y lo traduce, reflejando una con­ciencia crítica, cuyos moldes de expresión empotran su fina ironía con templanza y calidad cultural: “Señor, ¿cuándo cesará este encan­tamiento que nos tiene en­cerrados en castillos y ven­tas y no nos deja andar por los caminos? No lo sé, San­cho, pero cuando salgamos, ya no habrá gigantes que se nos resistan”.

La idea transmuta los ci­clos históricos y nos ha­ce reparar en la vieja dis­cusión sobre el concepto del eterno retorno y la idea de la historia circular, en el sentido de que la historia no es lineal sino cíclica.

Nietzsche dice en su obra “La Gaya Ciencia”, que no sólo son los acontecimien­tos los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, otra vez en una clonación infi­nita.

En el ejercicio de la vida política contemporánea, in­numerables sucesos y situa­ciones parecen repeticiones incesantes de fenómenos y hechos ya vividos, en cuan­to a su esencia y sentido históricos. No se trata de retornos filosóficos existen­ciales, sino de la insuficien­cia de la gradación históri­ca, como ciclo de expansión de la conciencia motora del desarrollo social y humano.

Las más grandes revolu­ciones científicas, tecnológi­cas, cibernéticas, digitales, las más soberbias investi­gaciones moleculares y es­paciales, hasta hoy, no han logrado crear un hombre nuevo, en una diferencia­ción dialéctica de la catego­ría histórica.

En “El Mito de Sísifo”, de A. Camus, éste retoma de la mitología griega, la historia de Sísifo, el castigo impues­to consistente en el hecho de llevar un peñasco inmen­so por toda la eternidad, has­ta la cúspide de la montaña y luego verlo caer y volver a le­vantarlo en una infinita tarea que no concluye jamás.

La cita de “El Quijote”, me parece excepcional por el contenido de su fe en el renacimiento de la volun­tad humana, en su indo­blegable sentido de que su­peraremos este momento oscuro, y fortalecido por la prueba vivida, enfrentare­mos a los “gigantes” que se nos resistan, además ripos­taremos el carácter sibilino y machacón del encierro que vivimos.

Y en ese proceso perma­necen las palabras de Alejo Carpentier, en su obra “El Reino de este mundo”, re­cuperando de Cervantes, la fe de enfrentar a los gigan­tes que se nos resistan: “pe­ro la grandeza del hombre está precisamente en que­rer mejorar lo que es. En im­ponerse tareas. En el reino de los cielos no hay gran­deza que conquistar, pues­to que allá todo es jerarquía establecida, incógnita des­pejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de ta­reas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el reino de este mundo”.

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