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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Padre, perdónanos

La meseta de La Calavera o monte Calvario -así le llamaban en latín a Gólgota-, era el lugar donde los ro­manos aplicaban la pena capital, tras las murallas de Jerusalén. El nombre La Calavera se relacionaba con la for­ma de cráneo que tenían las rocas de una de sus laderas. Cuando llevaron a Jesús, condenado a muerte, a esta inhóspita colina, los soldados lo clavaron en la cruz. También clavaron a dos la­drones que debían ser ejecutados. Jesús quedó entre los dos criminales, uno a la derecha y otro a la izquierda. Tan pronto como fue crucificado, Cristo dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Quienes lo atormentaban, los soldados roma­nos, no podían entender que él moría para redi­mirnos con su sangre y concedernos el perdón de pecados. No eran conscientes del alcance real de su ceguera espiritual. Y, por otra parte, los ju­díos no lo reconocieron como el verdadero Me­sías. Estaban ciegos a la luz de la verdad divina. Pero la oración de Cristo en el momento mismo en que se burlaban de Él es una expresión de la infinita comprensión y compasión de la gracia divina. “Padre, perdónalos -dijo-, porque no sa­ben lo que hacen”. (Lucas 23:32-34)

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