EL BULEVAR DE LA VIDA
Duquesa y los marqueses del cinismo
Lleno de miedo y golpeado de incertidumbre, andaban ya los habitantes de la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional, cuando comenzó a arder el vertedero de Duquesa por los cuatro costados a la vez, ¡cosa rara!, y coincidiendo con los cambios de gobierno en los municipios implicados.
¿De dónde le saldrá a nuestra partidocracia tanta sospechosa ineptitud y a sus dirigentes tanto cinismo en el manejo de Duquesa?
Si el coronavirus ha venido a desnudar nuestro sistema de salud, el vertedero de Duquesa y su humareda con asma es el novamás de la ineptitud, el descuido, la corrupción y el cinismo. La historia del vertedero es la crónica todas las mafias financiadoras de campañas de partidos y de políticos.
Según nos recordaba recientemente el urbanista Marcos Barina, la cosa viene de lejos, de 1990 exactamente, cuando se llenaron los vertederos de Guarícano y San Isidro. Ya en 1998, con el PLD gobernando, la administración del vertedero pasó a manos de una empresa de nombre DOAMSA.
En 2000 asume el PRD y ya en 2002 el negocio pasa a la alcaldía perredeísta de Santo Domingo Norte. En 2004, antes de abandonar el poder, el PRD pasó la administración a un consorcio dominico-brasileño que se comprometió a explotar la energía del gas metano.
Como en 2004 el PLD ganó las elecciones con Leonel Fernández como candidato, ya en 2007 la administración pasa a manos de la compañía LAJUN, del grupo Metro. En 2012, Danilo Medina asume la presidencia, y ya en 2017, el Tribunal Superior Administrativo mediante sentencia pasó la administración del vertedero a la alcaldía de Santo Domingo Norte, y a los ministerios de medio ambiente y de Salud pública, bajo su control, mientras el Ejecutivo creaba a Dominicana Limpia.
Duquesa es la historia de un bolero que Toña la Negra cantaba como nadie: “Cada noche un amor”. Cada gobierno una nueva administración. Y ahí siguen mansos y cimarrones, organismos multilaterales en lo suyo, japoneses solidarios desde siempre, las autoridades competentes y sobre todo las incompetentes, empresarios en búsqueda y dirigentes políticos sin memoria.
¡Joder! Al dominicano, si no lo entierra el coronavirus o lo asfixia Duquesa, lo matará la indignación. En fin, como advertía el maestro Viglietti: “Me matan si no trabajo y si trabajo me matan/ siempre me matan, me matan, ay, siempre me matan”.