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Entrampados

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Cristhian JiménezSanto Domingo

Antes de ser blanco de sus maldiciones y acusaciones, adelanto que mi anhelo es que la reapertura económica inicie mañana.

El problema es que desde el fondo de mi ignorancia sanitaria, oteo que caminamos al despeñadero.

Estamos entrampados: debemos abrir, pero no hemos creado las condiciones para la reapertura. Los empresarios, industriales, productores y profesionales liberales presionan, mientras que emprendedores informales y ámbitos populares empujan la puerta y es poco lo que falta para que la revienten.

Se discuten programas de reapertura y ya se ha ido sembrando la idea en muchos sectores de que el lunes 11 reinicia escalonadamente la actividad productiva, todo esto espoleado por la vuelta a una normalidad limitada en España, uno de los lugares más golpeados por la pandemia y relajamientos en varias ciudades de los Estados Unidos, país que concentra mayor cantidad de afectados y de fallecidos.

El dilema es que no se pueden saltar etapas y en República Dominicana no hemos llegado al pico del Covid-19, previo a la meseta (aplanamiento de la curva) y luego descenso para entonces ir paulatinamente a “nueva normalidad”. Esto implica 2 o 3 períodos de 15 días cada uno.

Además, antecede a este diseño la ampliación significativa de las pruebas para identificar y descartar contagios, con endurecimiento de la cuarentena, y poder establecer en qué momento de la pandemia nos encontramos. La mala noticia es que el ministro de Salud Pública admite que hay “oscilaciones” (hermoso eufemismo) debido a falta de personal y de dificultades en la obtención de insumos para la aplicación de las pruebas PCR. En otras palabras no existen garantías para superar esta etapa fundamental, definitoria, del problema.

El presidente Danilo Medina, en discurso al país el viernes 17 de abril último, dijo que reducir las restricciones podría generar un nuevo pico de contagio y anunció más pruebas, el endurecimiento diurno en la circulación diurna y el uso obligatorio de mascarillas. El miércoles 22, en la inauguración del C5i y del ministerio de Defensa advirtió que era un “riesgo innecesario” eliminar la cuarentena y refirió que la curva de contagio no se había aplanado, por lo que no se podía establecer el momento del levantamiento de las medidas.

El reiterado anuncio oficial de las 2 mil pruebas diarias no ha sido posible, pese a abundantes donaciones y las muestras promedian 1, 192 desde el más reciente pronunciamiento presidencial. Con sumas tan bajas como 494 el 28 de abril y altas, la mayor hasta ahora, el sábado último con 1,656 sin que se establezca un definitivo orden ascendente.

¿Cómo llegar a aplanar la curva, sin llegar al pico de contagio por el rezago en la aplicación de las pruebas?

¿Es responsable reabrir “a la cieguita”? ¿Cuáles serían las posibilidades de rebrote y en qué dimensión?

Perdimos tres o cuatro semanas que parece difícil recuperar para hacer el reajuste en el diagrama.

¿Estaría el presidente Medina (en esta transición) en actitud de asumir el costo político de, pasando por profundización de las pruebas, cerrar por completo el país una semana, diez o quince días para entonces ir a una reapertura económica escalonada, pero más en firme?

¿Prefería el albur de una apertura parcial y gradual, que la aplauda la mayoría con comunicados y hasta celebraciones callejeras con el riesgo de un rebrote, cuyas consecuencias sanitarias, económicas, sociales y políticas nadie precisaría?

Quizás sea el momento de convocar al liderazgo nacional, iniciando por el político, para discutir posibles salidas, visto que las soluciones (o no soluciones) limitarán al gobierno que asuma en agosto y afectarán a todos los dominicanos.

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