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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

Señores PRM, PLD y FP: hacia el gran pacto nacional por la salud

Cuando la hu­mareda tóxica del Vertede­ro de Duque­sa suma otra fuente de ataque más con­tra las vías respiratorias de la gente, el consentimien­to de la bancada congre­sual del Partido Revolu­cionario Moderno (PRM) al incremento del 30% al presupuesto del Ministerio de Salud Pública testimo­nia nuevamente la madu­rez, prudencia y accionar orientado a fines de bien común propios de esa or­ganización política, hasta hoy puntera en la inten­sión de votos del electora­do, según la mayoría de las encuestas.

Ante el gobierno del Presidente Medina, que a tan intensiva interven­ción sometió el sector sa­lud en las áreas construc­tivas y legales, resuena la frase apodíctica de la Doctora Guzmán Marce­lino: “Salud es más que hospitales”.

La Fuerza del Pueblo (FP), pese a su reciente formación, ha sido pun­tera en aportes concep­tuales sobre la coyuntura de salud derivada del la pandemia del Covid-19.

Importantes propues­tas y aportes provenien­tes de los litorales de la oposición y la sociedad civil fueron incorporados a la respuesta oficial con­tra ese Coronavirus, en la rectoría sanitaria, la vida social, la economía y las finanzas.

Son formidables e im­portantes avenencias. Han creado el espacio y condiciones idóneos pa­ra suscribir el gran pacto nacional por la salud.

Para satisfacer el recla­mo público, incremen­tando en 2.25% del PIB el presupuesto al sector. ¿Su financiamiento? Re­ducir (-1.25%) el de Edu­cación, por su obvia im­productividad académica y gasto alocado; más otro +1% del PIB provenien­te de las demás institu­ciones, excepto la defen­sa y la Policía Nacional. El presupuesto de esta última se podría incre­mentar en +0.25% del PIB, también sustraído de otras partidas. El solo ta­lante de nuestros policías de bajos rangos apena y avergüenza.

Este pacto urge.

Queda a vista ante el riesgo de epidemias y la fragilidad de la calidad de la atención médica. En la crisis actual, evidenció que faltan recursos. Al vapor se suplieron equipos, se especializaron centros pa­ra infectados y se aumentó el número de camas. Que­dó desnuda la orfandad de la investigación científi­ca. Sin esta, ante las ame­nazas, particularidades sanitarias y opciones de desarrollo se actúa depen­diendo de actores exter­nos, con sus propios inte­reses y visiones.

Sólo mentes coloniza­das ceden a designios ex­ternos la garantía de su desarrollo y la satisfac­ción de las necesidades ciudadanas.

Hasta hoy, nadie verifi­ca “in situ” el comporta­miento del SARS-Cov2 en nuestro territorio, clima y sociedad. Sin conoci­mientos propios y funcio­nales es imposible asegu­rar el éxito de algo.

Una de las tantas ca­rencias del sistema de sa­lud.

Igual con los especialis­tas: para ellos es irracio­nal laborar en los hospita­les ocho horas diarias más veinticuatro horas a la se­mana por un sueldo que es al menos cien veces in­ferior al básico devengado por profesionales iguales en las naciones desarro­lladas. Si los queremos en los centros de salud, como los necesitamos, debemos mejorar significativamen­te sus pagas y despolitizar el sistema de prestación de servicios, bajo derechos y deberes laborales contrac­tualmente establecidos.

Un sistema de salud ro­busto, garante de los de­rechos constitucional­mente consagrados en el ramo es lo urgente, lo que para vivir sanos más necesitamos.

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