¡Ya son 18!

Rubén y Fernando llegaron al mundo pocos meses después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, el mayor ataque terrorista contra Estados Unidos.

Ese día, en pleno inicios del siglo XXI, el mundo cambió. Los rigores de seguridad, que se convirtió en la prioridad de gobiernos, organismos, ciudadanos del mundo libre, marcaron en Ingrid y en mí un verdadero antes y después. En Fernando y Rubén el inicio de sus vidas, en el mundo que ‘les había tocado’. Al paso de los años y con el rigor de los estudios escolares, Rubén y Fernando, con dos personalidades diferentes, se ‘enteraron’ de que la vida no fue siempre color de rosa, que hubo temores, tensiones, guerras, dolor, sangre y un 11 de septiembre.

Hoy Fernando y Rubén, a las puertas de la universidad, viven en otra crisis que está cambiando el mundo. Mascarillas, guantes, desinfectantes, jabón de cuaba, toallas de papel caracterizan cada rincón de la casa. Son los rigores de la cuarentena a que nos ha condenado el coronavirus. Una suerte de ‘prisión domiciliaria’ que, -junto a Amelia, aún en sus 15- tiene como lado positivo que nos ha obligado a una mejor y mayor convivencia en familia. Es en ese ambiente, en que la sirena del camión de rescate de los bomberos de la capital se pasea cada tarde anunciando el inicio del toque de queda, que hoy Rubén y Fernando, cargados de sueños, con grandes tensiones y aprehensiones, visten los pantalones largos, porque ¡Ya son 18!