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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Solidaridad contra individualismo

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

“La solidaridad (cuarto principio de la Doctrina So­cial de la Iglesia) es -una virtud hu­mana y cristiana por la que todos (ser humanos, grupos, comunidades locales, asocia­ciones y organizaciones, na­ciones y continentes) parti­cipan en la vida económica, política, económica y cultu­ral, superando el individua­lismo.” (Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la DSI, 38).

Juan Pablo II reflexionó ampliamente sobre la soli­daridad en su encíclica Solli­citudo Rei Socialis del 30 de diciembre de 1987.

A nivel internacional, el papa constata un mundo di­vidido en bloques, presidi­dos por ideologías rígidas, cerradas a la solidaridad. A la base de esta situación, el papa señala “la absolutiza­ción de actitudes humanas con todas sus consecuen­cias”. Juan Pablo II desta­ca dos actitudes y opciones opuestas a la voluntad divi­na y el bien del prójimo que cristalizan en lo que el pen­samiento social católico lla­ma, estructuras de pecado, por ser fruto de decisiones morales contrarias al amor a Dios y al prójimo. Ellas son: “el afán de ganancia exclusi­va por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propó­sito de imponer a los demás la propia voluntad” Ambas, prosigue el papa, se llevan a cabo “a cualquier precio” (SRS, 37).

La solidaridad se mueve por la conciencia e impone lí­mites al despilfarro y al lujo. Tal vez el gesto solidario más noble, sea el garantizar que cada ciudadano tenga su puesto de trabajo y que cada pueblo pueda desarrollar sus posibilidades. Un objetivo clave de la economía: lograr que cada ciudadano me­diante su trabajo, ponga a rendir los bienes de la tierra, posea algo de propiedad, y al mismo tiempo, “impedir que el obrero que es, o será padre de familia se vea condenado a una dependencia y esclavi­tud económica inconciliable con sus derechos de persona. Que esta esclavitud se deri­ve del predominio del capi­tal privado o del poder del Estado, el efecto no cambia... “ (Pío XII, Radiomensaje de 1954, Nos. 26 y 27).

La solidaridad fomenta relaciones entre los pueblos y estados regidas por la ver­dad y la justicia; es gratui­ta, perdona y trabaja por la reconciliación. Ahora, en nombre de la solidaridad y el bien común, se nos pide mantenernos aislados y a distancia de otras personas para evitar los contagios. Consideremos la subsidia­riedad, hermana de la soli­daridad.

El autor es Profesor Asocia­do de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do

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