EL BULEVAR DE LA VIDA
El sabio Salomón y el psiquiatra que adivina el pasado
El informe de la auditoria de la OEA a las suspendidas elecciones de febrero me recordó a aquel psiquiatra al que Facundo Cabral definía como “un joven médico judío, que no puede ver sangre y ADIVINA EL PASADO”.
Precisamente, de adivinar el fúnebre pasado electoral reciente del país se trata el documento, y también de no dañar aún mas la dañada imagen del sistema político electoral que incluye a una JCE, con la que el país deberá mantener un relación de “ amor civilizado” de pura conveniencia sabinera, pues no es posible ni viable la sustitución de los miembros de su pleno en los actuales momentos, cuando el Coronavirus ha postergado la política a un lejano segundo lugar de importancia... y cuidado.
Las conclusiones del informe son un homenaje al sabio Salomón en sus esfuerzos conciliadores.
Ahora resulta que no hubo fraude, ni conspiración, ni hubo algoritmo de malas intenciones, ni plan macabro de un siniestro gobierno, ni componenda vil de una oposición fullera, porque todo se ha reducido a los posibles desaciertos de unos técnicos sin mayores intereses ni partido; al software de unos equipos, y muy especialmente a un sistema de voto automatizado que en Enfoque Matinal CDN se nos presentó al detalle con demostración incluida en más de una ocasión; hasta que llegado el día, al país se le apareció en domingo un Emmanuel electoral y entonces... “todo se derrumbó”, lo improbable fue posible y por primera vez en nuestra historia política unas elecciones fueron suspendidas.
Entonces, ya lo saben: nadie es política ni penalmente responsable de lo ocurrido, salvo los informáticos del organismo electoral... “y fueron muy felices”. En Netflix no sé decirles, pero en el cine, como el Sabina, uno las prefiere de romanos, con sus “juegos de manos”.
Allá lejos queda un técnico de una telefónica al que tuvimos a punto de fusilar penal y moralmente; como queda un oficial policial a quien, con un poco más de cicatero esperpento, lo habríamos sometido a una corte marcial, y todo por haber sido advertido de la planificación de un fraude electoral que ahora, -y gracias a las conclusiones del informe preliminar de la auditoría de la OEA- sabemos que pretendió cometer mi dilecto Juancito Pérez Vidal, (a) Tito), del pueblo cordobés de Fuente Obejuna. “Todos a una”.