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POLÍTICA Y CULTURA

¿Es qué no quieren que los ayudemos?

El editorial del pe­riódico “Hoy” de ayer lunes di­ce: “Hubiera si­do un gran gesto de equilibrio político de par­te de las autoridades nacio­nales aceptar el donativo del hospital temporal que ofer­tó el candidato presidencial Luis Abinader y su familia. Sobre todo porque el candi­dato presidencial del partido de Gobierno ha hecho do­nativos que se han aceptado de buenas ganas, algunos de los cuales fueron enviados a comprar a China. Estamos seguros que para la pobla­ción la aceptación del hospi­tal temporal de 120 camas de Luis Abinader y familia, pa­ra San Francisco de Macorís, hubiese sido otro motivo pa­ra reconocer la buena volun­tad del Gobierno en su afán por combatir el coronavirus.”

Sorprendente la respuesta del señor ministro José Ramón Peralta, en nombre del Gobier­no, al ofrecimiento del candi­dato del PRM, Luis Abinader y su familia, de donar un hospi­tal temporal para los afectados del coronavirus en San Fran­cisco de Macorís. Insólita la res­puesta del Ministro, indicando que no lo necesitan porque ya lo tienen o lo están terminan­do. Esta respuesta evidencia cuán desalmada puede ser la pasión política, cuán pequeña puede ser la reacción compro­metida políticamente frente a un acto de donación que está desvinculado de todo interés político, donde la acción de do­nación no reclama sello gomí­grafo partidario, cuando esa donación ofrecida por Abina­der y su familia, pone en ma­nos del propio gobierno y sus autoridades en materia de sa­lud la administración del hos­pital. Uno se pregunta, ¿hasta dónde ha llegado el paroxismo politiquero, hasta dónde se ex­presa con tintes inequívocos de mezquindad una determi­nación de esta naturaleza? Ha­bría bastado una formulación elegante del gobierno domini­cano, justipreciando el gesto de la familia Abinader, como una colaboración humana y moral, de un dirigente político y candidato, que se aparta del proselitismo electoral y se aco­ge a las premisas y disposicio­nes trazadas por las autorida­des del Estado. Habría servido como modelo para fortalecer la imagen de un gobierno que reconoce y asume como pro­pia, la ayuda de todos los ciu­dadanos en esta hora gris de la pandemia.

Hay gente enquistada en poltronas palaciegas que no alcanzan a visualizar la fragi­lidad del tiempo que pueden usufrutuar, dirigir o despla­zarse con esa aura absoluta del Poder, que termina siempre por disminuirnos en nuestra condición humana. Es como si no quisieran que los ayude­mos, en ese marco referencial en que todos somos parte de la nación, integrantes de un mis­mo cuerpo herido por la des­gracia colectiva.

Esta crisis que vivimos que es una crisis universal, re­quiere de la unidad de todos los dominicanos sin diferen­cias políticas. Constitucional­mente, es al Estado, a quien compete la salvaguarda de la salud pública, pero en un momento como éste, el Es­tado somos todos, sin colores políticos. El desaire aunque revestido de protocolo refrito y cursi, sólo retrata la incapa­cidad de ser generosos y no­bles. Un día no muy lejano, este será otro país con voca­ción de amor, solidaridad y gratitud de los que mandan, para servir a todos los ciuda­danos..

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