La integridad tiene nombre

La crisis de integridad en el modelo de liderazgo no es un tema nuevo ya que ha puesto al descubierto todo un entramado de corrupción en políticos, jueces, religiosos y hombre de negocios causando una degradación de las valoraciones en nuestra sociedad.

Como si se tratara de una enfermedad la promiscuidad que vemos por todas partes en donde no prevalece la sensatez muestra una triste realidad y es que la humanidad ha perdido algo muy importante que es el sentido de pertenencia a nivel social.

Descubrir las inconductas de gente que creíamos inmunes a la deshonestidad hace pensar que la palabra integridad y por igual la reputación han desaparecido en nuestro medio.

Sin embargo, cuando pasamos revista a la vida modélica de un ser humano como Manuel D. Bergés Chupani produce un sentimiento contrario ya que como encontramos en Proverbios (11,3) “la integridad dirige a los hombres rectos y la perversidad lleva a los impíos a su perdición"; además, de que no depende de los que otros vean en ti, sino de lo que eres en tu vida privada cuando nadie te observa.

De modo, que la integridad equivalente a la probidad y a la honradez tienen nombre y es Manuel D. Bergés Chupani, quien supo transitar por las sendas de la vida pública con rectitud de conducta renunciando a las ventajas que ofrece cualquier camino sinuoso.