La gratitud

Hay que aprender a vivir con los ingratos para poder valorar la nobleza de la gratitud. Cristo señaló la importancia de saber identificar a los que practican la palabra con hechos apegados a principios que forman parte de su accionar, profesando lo que verdaderamente practican. Para El, los pecados del mundo no le entristecían tanto como la indiferencia e insinceridad de aquellos que eran verdaderamente dignos de convertirse en sus discípulos.

Benditos los agradecidos porque sus hechos reconocen el sacrificio de Cristo para redimirnos, con la expresión de solidaridad más sublime de amor a la humanidad.

Y es precisamente el momento de agradecer a Dios su nuevo propósito de unirnos en todo el mundo, para juntos entender que ayudándonos mutuamente sobreviviremos en una vida espiritual capaz de vencer una mutación viral microscópica con una severa información genética, que cobra con la muerte todo lo que materialmente es producto de un corazón ingrato que, como la arena del desierto, se traga con avidez las flores que caen en la tierra y no producen el fruto de la gratitud. Agradezcamos la oportunidad de unidos, ¡ser mejores!