Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

ORLANDO DICE

Esquinas de maldad

El derecho a la palabra es lo úl­timo que se pierde, como la esperanza. El dominicano lo sabe y lo ejerce de manera des­aprensiva, sin respetar siquiera situación de crisis.

No solo las redes, desahogo democrático por excelencia, y que no para ante nada, si­no que Radio Bemba recupera su territorio y vuelve a hacer de las suyas.

Ahora se estila montar una conversación y grabarla y compartirla con un universo ilimitado, dando rango de veracidad a fal­sedades o peores perversidades.

La de domingo noche, lunes de maña­na, fue la extensión del toque de queda de 13, 14 horas a 24, como reacción al agrava­miento de la pandemia.

Funcionarios del gobierno (ministros de Salud, Administrativo y Presidencia) salie­ron al paso, desmintieron la especie, pero ya los supermercados estaban llenos.

Pánico inmediato e instantáneo que siembra y cosecha en una sola jornada. Un senador quiso colar una aberración que no llegó a camino, pero tampoco, y felizmen­te, a desvío.

Era cosa propia, un mal sueño, y pesadi­lla sola.

¿Qué hacer ante esta peste que igual afecta y padece la población y que tiene to­dos los elementos de una conspiración pa­ra mantener inquieto el ánimo colectivo?

Generalmente se explica que esas intri­gas se producen o ganan espacio cuando las autoridades se cierran y no comparten información.

Ese no sería el caso de ahora, pues Ra­fael Sánchez Cárdenas comparece a los medios todos los días y reseña los últimos acontecimientos con cifras que aterran, pe­ro que se corresponden con la verdad.

Sosiega que el fenómeno se de al mar­gen de la política y que los infundios no sean una de sus armas. Más bien de almas rotas, una bellaquería que no encuentra mejor oficio que soliviantar la gente.

Entre estos figuran los muy enterados, y que son únicos, pues no solo suyo el inven­to, sino que también la patente. Nadie que no sean ellos mismos conoce lo que con tanta suficiencia revelan.

La enfermedad parece no tener remedio, y lástima que no pueda darse un ejemplo: matarse el perro y acabar la rabia.

Tags relacionados