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FE Y ACONTECER

Del Señor viene la misericordia…

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

V Domingo de Cuaresma 29 de marzo de 2020 – Ciclo A

a) Del libro del profeta Ezequiel 37, 12-14.

El profeta Eze­quiel hace una llamada de atención y en medio de la ex­periencia de caos, muer­te, la destrucción del rei­no y del exilio a Babilonia, Dios le inspira un amplio oráculo que abarca sobre todo los capítulos 35-37: “Yo mismo abriré sus se­pulcros y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío, y los traeré a la tierra de Is­rael” (v.12). Los que están en el destierro y en la ser­vidumbre están como en el sepulcro, la enseñanza de Ezequiel apunta a la libe­ración del destierro y a la resurrección de los muer­tos, estableciendo la vic­toria de la vida sobre la muerte, que es el centro del mensaje pascual.

b) De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 8-11.

San Pablo hace un parale­lo de dos realidades con­trapuestas: carne y espíri­tu; muerte y vida y les deja claro a los Romanos que si ellos tienen el Espíritu de Cristo tendrán vida. El hombre puede ser justifi­cado por la fe y en virtud del Espíritu está capaci­tado para abrirse a la vi­da en cuanto hijo y here­dero de Dios. Esta lectura está íntimamente relacio­nada con los fragmentos de la primera lectura y del evangelio, en cuanto a que el hombre ha sido creado para la vida y la felicidad, Dios se la garantiza por la resurrección. La esperanza cristiana de resurrección y vida perenne se vincula y fundamenta directamente en la resurrección de Jesu­cristo.

c) Del Evangelio de San Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45.

La liturgia de este domin­go está centrada en la re­surrección de Lázaro en Betania, es decir apare­ce el tercer elemento bau­tismal: la Vida, que se su­ma a los dos anteriores: el Agua y la Luz. Ahora bien, Luz y Vida, más que con­ceptos son dos definicio­nes personales de Jesús que el evangelio de San Juan combina ya desde el prólogo: “Lo que por Él se hizo era vida: la vida es Luz para los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no pudieron vencer la luz”.

Jesús se proclama re­surrección y vida para to­do el que cree en Él, luego añade el signo milagroso que avala tal afirmación, pero antes recaba una con­fesión de fe por parte de Marta, la hermana de Lá­zaro.

Este relato tiene muchos momentos humanos y tier­nos, a Jesús le hacen llegar la noticia de que su amigo, estaba enfermo, la amis­tad y el cariño son carac­terísticos de los encuen­tros de Jesús: su misión no es ganar adeptos sino dis­cípulos, para Jesús cuenta mucho la relación perso­nal con cada uno. La re­surrección de Lázaro no sólo muestra el poder de Jesús sobre la muerte, sino que además y sobre todo preanuncia su propia re­surrección y la de quienes participamos de la misma.

Todo el relato de este signo de devolver la vi­da a su amigo Lázaro, es­tá en función de la fe, co­mo todo el evangelio de Juan, “escrito para que crean que Jesús es el Me­sías, el Hijo de Dios, y pa­ra que creyendo tengan vida en su nombre” (20, 31).Ya estamos en la rec­ta final del camino que la Iglesia nos propone para meditar, revisar nuestra vida y prepararnos pa­ra la Pascua del Señor; aprovechemos este tiem­po para continuar con nuestra renovación in­terior y la práctica de la caridad. Asimismo invi­to a los queridos lectores a que aunemos esfuer­zos por detener el curso de esta pandemia dando más de lo que se nos pi­de y orando por nuestra salud y la del mundo en­tero.

Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nues­tro Pueblo.

B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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