ORLANDO DICE...
La abundancia del dinero
Asombra la disponibilidad de recursos económicos o la rapidez con que estos se agencian en circunstancia de emergencia o calamidad.
El problema del coronavirus es el padecimiento y el tratamiento, no de fondos públicos con que atender los requerimientos de la cura.
Lo mismo pudo verse con las suspendidas elecciones de febrero, que prontamente fueron programadas para marzo, sin que al gobierno le temblara el pulso en cuanto al financiamiento.
Ese prodigio debiera explicarse, pues aunque se afirma de manera reiterada y frecuente que la economía dominicana crece, y los signos obvios, con igual reiteración y frecuencia se habla de carencias.
Las comisiones nombradas o encargadas están haciendo el trabajo, aunque no se sepa sin pasarán el curso, pues todavía no se tiene nada cierto.
La impresión desde fuera es que están haciendo de tripas corazón, y si se aplican o se llevan a cabo los programas y planes que se anuncian, el resultado será sorprendente.
La política quisiera meter diente, pero ella misma no sabía de tantos panes y peces y que pudieran multiplicarse, ya no por obra de milagro, sino de apresurada y forzada gestión pública. Alguna vez se denunció al Estado por paternalista, pero ahora que será padre, madre y cajero automático, habrá que revisar esa antigua mojigatería.
Nunca mejor familia.
Mucho más si ese mismo Estado es administrado por un gobierno que se caracteriza por tarjetas y bonos diversos y -en cierto modo-asume el credo ajeno de primero la gente.
En la implementación estará el detalle, pues para llenar un cometido tan ambicioso deberá ser mago. Lo cual no será fácil en un medio o con gente que todo lo halla mal y nunca se conforma.
La vieja monserga de regalar una vara de pescar ante que el pescado, hace mucho que perdió propiedad, y mucho más en tiempos de desgracia.