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El PRM crecido en el triunfo electoral y la emergencia sanitaria

Acto de madurez política constituye la posición adoptada por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y su candidato Presidencial, señor Luis Abinader, ante el paquete de medidas decretadas por el gobierno nacional a través del Ejecutivo y del Congreso, para contener el ingreso del Coronavirus de Whuan a nuestro territorio y su avance.

Tal comportamiento revela la renuncia PRMista a establecer la salud como campo de confrontación política cuando esa infección arrodilla a los sistemas de salud y a los gobiernos de países desarrollados, produciéndoles millares de muertes e importantes daños económicos.

Es un indicativo importante de madurez política. Una que sale a flote cuando el crecimiento de las preferencias electorales por dicho partido fue confirmado en unas urnas a las que asistieron 3 millones 378 mil 134 dominicanos a ejercer el derecho y el deber del sufragio.

En estas, el PRM, que obtuvo un triunfo significativo y rotundo (51.6% contra el 41.13% de su rival, con una diferencia igual a +24.63% a su favor), optó por apoyar las medidas del gobierno. Al hacerlo, regresó a los días en que el Doctor José Francisco Peña Gómez —pese a sus grandes diferencias con el caudillo reformista, doctor Joaquín Balaguer— actuaba en el plano internacional como el mayor promotor del desarrollo económico-industrial dominicano.

A tal crecimiento ético se agregan el electoral y la madurez política que desemboca en la prudencia. Tal conducta fue replicada por el Presidente Interino del Partido de La Liberación Dominicana (PLD, en el gobierno), señor Temístocles Montás quien, transcurrido el certamen, reconoció la victoria PRMista, pese a que entre el humo que informaba hacia adentro el rango entonces calculado de la derrota se interpretase o leyese desde afuera que se pataleaba o se hacía resistencia.

Es loable que, ante la victoria, el PRM activara tal conducta de contendiente digno que tampoco recurre al inoportuno y ofensivo triunfalismo, a descalificaciones ni a ofensas.

Parquedad, mesura y preservación de la paz pública en medio de la victoria y la amenaza sanitaria. Eso vimos. Señal colaborativa inequívoca bajo la premisa de anteponer el interés nacional a los partidarios. Signos elocuentes de que se avanza hacia una forma de hacer política propia de los nuevos tiempos. En respuesta al fuerte clamor ciudadano.

PLD y PRM son las fuerzas determinantes del proceso político nacional. Esto los obliga a ejercer sus respectivos liderazgos observando la Constitución y las normas. Sus acciones deben establecer, como marco obligatorio, la verdad científicamente refrendada por el posicionamiento y las preferencias de las ofertas en el sentir ciudadano. Lo manda la democracia, entre cuyos valores brillan la justicia y la tolerancia: para ellas son incompatibles y repudiables las negociaciones desde efímeras y variables posiciones de fuerza, delirio o arrebato.

La conducta ante la victoria y el recién Estado de Emergencia solicitado por el Ejecutivo —aprobado en el Congreso y establecido— mostró la conducta de los congresistas residentes en ambos universos. Atestiguamos a un PRM que escoge la colaboración como forma preferida de sus actos. Esto lo construyó en dialogante enfocado la solución de las situaciones nacionales, especialmente ante el tema del riesgo sanitario en que se encuentra el país por el Covid-19, cuyas consecuencias previsibles atañen y afectan a todos los dominicanos.

Faltan, pues, congresistas que repliquen tal conducta. Hay que hallarlos y premiarlos, llevándolos al Congreso de la República.

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