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COLABORACIÓN

Inquietante Sucesión

Las aguas se mueven entre jóvenes con mucha bisoñez política para la asunción de responsa­bilidades de las munici­palidades y del Gobier­no, quienes se plantean como debate un cambio de rumbo. El PLD con una oferta arriesgada que prolonga la incertidum­bre; y otro de los líderes que reflexiona sobre la evolución del Estado ha­cia un modelo más inclu­sivo. ¿Puede plantearse un cambio de dirección que no deje fuera a na­die? La fórmula de go­bierno en nuestro país ha funcionado por 176 años, pero siempre ha ido plan­teando nuevos desafíos no siempre fáciles de re­solver. El más básico, el del deseo inmodera­do de poder, tristemente famoso por los regíme­nes dictatoriales que nos ha dejado siendo sus dos peores lacras: la corrup­ción y la improvisación en la administración pú­blica que siempre ponen en peligro la salud cons­titucional de la nación. Además, imposibilita los pactos de Estado necesa­rios en materia de con­trol de deuda pública, mejor gasto público (sa­lud, educación, agrope­cuaria, entre otros), en el peor momento histó­rico que ha tenido Repú­blica Dominicana por el desafío de tener una deu­da externa y pública tan abrumante. Si ante situa­ciones menos riesgosas como eran las de 1978 la construcción de un nue­vo escenario en el que la oposición perredeista de entonces escenificaría el cambio político provoca­do por la salida del régi­men balaguerista de 12 años ininterrumpidos de mando enérgico y cen­tralizador, el propio pre­sidente Balaguer llegó a decir que ese cambio se convertiría en un verda­dero salto al vacío, y que se cumpliera fielmente pocos años después cuan­do los gobiernos del PRD fueron imputados por delitos graves de preva­ricación administrativa continuada, cohecho y tráfico de influencias. La improvisación y desacier­tos determinaron el cer­co al perredeismo gober­nante. Y, de una forma u otra, todos los ojos se di­rigen a la genealogía de la organización que luce puntera que se remonta al primer ensayo, como si estuviera en pausa, don­de nos atrevemos a ha­cer una advertencia de peligrosas consecuencias prácticas ante el tristísi­mo derrotero que toma la economía global y las estrategias que habrían de plantearse ante tantas demandas sociales, la co­rrupción y la impunidad endémica de la clase polí­tica, el descrédito del Po­der Judicial y Electoral, y la voracidad de la clase empresarial.

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