Razón verdadera

¿Por qué los partidos quisieron prórroga que la Junta Central Electoral no aprobó? Ninguno de los interesados dirá las razones verdaderas, pues tienen la mala costumbre de simular y escabullirse. El organismo de elecciones se negó a otorgar un nuevo plazo, y aunque tampoco fue muy explícito, evitó que lo cogieran de relajo. Una resolución anterior concedía lo que se le pedía de nuevo.

El pleno no sabía que esa nueva fecha era necesaria, pues no conoce la posición de principio de los partidos. Que estos cuando no tienen solución a manos, buscan ganar tiempo.

¿Cuál era la situación? El problema no era inscribir, el problema era revelar, ponerse en evidencia, y en consecuencia, adelantar la reacción.

Era mejor el 17 que el 10, pues ya habrían pasado las municipales, y distante las presidenciales y congresuales, el tiempo entre unas y otras podría ser apropiado para apagar un fuego interior del que asoma llama.

Era mejor que el disgusto se produjera el 17 y no el 10, ya que el compañero, al no estar enterado de la burla, mantendría el fervor y el ímpetu de campaña.

Los partidos saben que no pueden complacer todos sus aspirantes, que deberán faltar al compromiso con propios para beneficiar a extraños.

Las coaliciones tienen un costo, y ese costo se le cobrará al postulante de casa. Solo basta ver como algunos suspicaces se adelantan a los acontecimientos y procuran amparo en las altas cortes.

Igual como siguen los saltos de garrocha cuando ya se cierran los plazos, obligando a malabares impropios y a sacrificios inicuos.

Eso de que lo importante es el poder, y que una vez el partido esté en el gobierno, se reconocerá y compensará a los desprendidos, es un bobo que nadie chupará.

Los tontos cuando despiertan no se vuelven a dormir, y ese insomnio podría ser perturbador, ya no solo para quienes sufren el fastidio, sino para los fines del partido en la consulta del domingo. ¿Con qué ánimo podría un repatriado luchar por la dignidad del territorio que le expulsa?