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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Aporte de la Doctrina Social de la Iglesia

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Los que suben La Pelona cual­quier tarde de enero enfren­tan tres grandes desafíos: el cansancio, la os­curidad y la desorientación. Lo terrible para los caminan­tes que llevan varias horas subiendo La Pelona mien­tras va cayendo la tarde, no es el cansancio, ni la sed, sino el saber que la luz solamen­te durará un ratico y las de­cisiones respecto de la ruta a seguir han de ser acertadas, mientras caminan por una ladera llena de raíces de pi­nos donde todo luce igual.

Igual les sucede a los pue­blos que quieren levantar so­ciedades más justas para to­dos y les va faltando el tiempo para que la oscuridad, el can­sancio y la desesperación no los empujen a caer en las ga­rras de falsos guías: necesitan tomar las decisiones correctas y luego aplicarlas con discipli­na a su situación.

Una primera contribución de la doctrina social católica a todos los hombres y mujeres de buena voluntad consiste en aportarles “los principios fun­damentales, los criterios uni­versales y las orientaciones ca­paces de sugerir las opciones de fondo y la praxis coherente para cada situación concreta”. Los países no se enrumban con reinados de belleza, no importa el dinero que se gaste en promover a los candidatos.

Los países solo lograrán mejorar sus niveles de vi­da con opciones acertadas y un accionar coherente con lo decidido. Las deci­siones correctas no nacen de la mente de algún ilu­minado, sino de los princi­pios, criterios y orientacio­nes de probada valía. He visto caminantes excelentes derrumbarse llorando en un trillo al comprobar que han gastado en vano sus fuer­zas todo un día por el cami­no equivocado. Hay pueblos que yacen en el sendero de la vida, divididos, destruidos y agotados luego de cami­nar durante años el sende­ro equivocado. Un segundo aporte de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) a cual­quier comunidad humana es la luz para discernir los desa­fíos, priorizar sus respues­tas y la energía para dis­ponerse a escalar la ardua ruta del desarrollo integral. La luz de la (DSI) provie­ne de sus “principios de re­flexión, criterios de juicio y orientaciones para la ac­ción”. La energía crece con la convicción de caminar en la dirección acertada.

Pontificio Consejo «Justi­cia y Paz», Compendio de la doctrina social de la Iglesia, Nos. 104, 68 y 11).

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do

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